Dirigido por Andres Veiel es una suerte de historia de espías en la que la legendaria mujer (legendaria por la vida que tuvo y por el solo hecho de ser una mujer directora en aquellos años) es prácticamente acosada, acorralada en todos los sentidos para obligarla a afrontar un pasado que, sin embargo, la sigue implacablemente como una sombra.
Después de la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Riefenstahl intentó reconstruir su carrera describiéndose como una artista apolítica y que dio vida a filmes como los que pasaron a la historia sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 ("Olimpia) como comisiones, encargos de Hitler que ella creía que estaba forzada a atender o de sus ministros y no porque ella misma fuera parte de ese círculo.
Películas que cuentan la historia del congreso del partido nazi de 1934 en "El triunfo de la voluntad" o que celebran los Juegos Olímpicos de 1936 con Hitler casi un semidiós en "Olimpia", primer filme sobre unos Juegos de la historia.
En la película, que tiene la participación de RAI Cinema en la producción, Veiel se zambulle de cabeza en los archivos de la directora administrados por la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano en Berlín.
"Riefenstahl -que murió en 2003 a la edad de 101 años, NDR- intentó durante la última parte de su vida limpiar los archivos de materiales inconvenientes que contradecían su narrativa pública como una artista alejada de Hitler, pero a pesar de esto algunas pistas quedaron.
Por ejemplo, hay una frase que habría dicho mucho antes de la guerra al periódico británico Daily Express en la que durante el rodaje de "La luz azul", en 1931, se habría enamorado de Hitler desde las primeras páginas de Mein Kampf, convirtiéndose en una entusiasta nacionalsocialista.
"Si bien -dijo hoy en una entrevista con la prensa Veiel- Leni se deshizo del recorte de prensa, lo rastreamos hasta la fuente original".
En todo el filme se observa a una Riefenstahl anciana, pero luchadora y que defiende su honor como artista, negando, por ejemplo, que hubiera utilizado a gitanos destinados a los hornos nazis como extras o que alguna vez hubiera expresado sentimientos racistas hacia los judíos. O peor aun, niega un filme sobre el Holocausto por ella misma ha destruido.
Es acusada y acosada durante entrevistas televisivas concedidas en la postguerra, pero ella no se derrumba nunca y, más bien, conserva las grabaciones de las llamadas telefónicas que recibe en su apoyo, casi como una víctima, en suma, pero que el público continúa agrediendo. "Era una manipuladora, creadora de noticias falsas", dijeron hoy en el Festival de Venecia Veiel y la productora Sandra Maischberger, que publicará un libro sobre su investigación en enero. Según el director, un personaje como Riefenstahl evoca directamente "los desfiles rusos de Putin o las frases de Trump que hablan de los inmigrantes 'chupando la sangre de los estadounidenses'".
Por el contrario, hasta poco antes de su muerte, con sus experiencias en Sudán entre las tribus indígenas y luego con una película deportiva de hazañas submarinas, Riefenstahl sostuvo que se había dejado guiar durante toda su vida por el mito de la perfección estética, por la belleza y la naturaleza.
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