"Quasi a casa", de Carolina Pavone, que hoy se exhibe en Noches venecianas en el marco del Festival de Venecia, es una película fresca y original.
El 5 de septiembre llegará a las salas de cine, distribuida por Fandango + Circuito de Cine.
Con ecos de "Mr Ripley", pero sin crimen, esta relación de desequilibrio que inevitablemente surge entre Caterina (Maria Chiara Arrighini), de veinte años y con muchas ganas de ser cantante, y Mia (Lou Doillon) qué es en realidad una cantante muy exitosa.
Las dos se encuentran por casualidad en la playa, pero Caterina, Inicialmente, es poco más que una groupie. Gracias a la extraña relación que se crea entre ambos, comienza para Margherita el camino hacia la maduración que la película divide en tres capítulos separados: No mires hacia abajo, El futuro comienza lentamente y Casi en casa.
Es una película sobre las ganas de crecer, sobre las decepciones inevitables que compiten para hacerlo y sobre el éxito que visto desde cerca brilla mucho menos de lo que parece.
Son realmente buenas ambas protagonistas principales, Maria Chiara Arrighini, nacida en Brescia en 1998, con experiencia en teatro y Lou Doillon, actriz, música y modelo franco-británica que en 1987 debutó en cine en "Kung-Fu Master", de Agnés Varda, junto a su madre Jane Birkin.
También es muy buena Carolina Pavone, nacida en 1994, asistente de dirección junto a Nanni Moretti en las películas "Mia madre", "Tre piani" e "Il sol dell'avvenire", que se estrena justamente con "Quasi a casa".
También están en el reparto Michele Eburnea, Stefano Abbati, Lucrezia.
Mandolesi, Teodoro Giambanco y Francesco Bianconi de Baustelle.
La película, producida por Sacher Film y Vivo film con Rai Cinema en asociación con Totem Films, tiene música de Coca Puma.
"Los personajes de Caterina y Mia empezaron a tomar forma en mi cabeza cuando yo también estaba lidiando con el delicado momento del comienzo y estaba buscando mi propio camino en la vida adulta -dice la directora -. Cuanto más las imaginaba interactuando y hablando entre ellas, más tenía curiosidad por profundizar en la dinámica de su compleja relación. Caterina y Mia no son amigas, no son amantes, no son madre e hija y no trabajan juntas: era justamente la naturaleza 'indefinida' de su relación lo que me cautivó y que decidí explorar".
"Las premisas de este vínculo parecerían increíblemente mágicas, pero Caterina se dará cuenta pronto lo peligroso que podría ser. Nunca se termina de tener miedo y de sentirse inseguros. Pero cuando entendemos que pertenecemos a un lugar, y que para nosotros ese lugar es 'hogar', debemos hacer todo lo posible para no dejarlo nunca", concluye.
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