La escena transcurre en el último año de la Primera Guerra Mundial, en el hospital militar detrás del frente, dirigido por el médico Stefano (el actor Gabriel Montesi), donde los supervivientes son tratados lo mejor que se puede y tan pronto como se recuperan son enviados de nuevo al frente, con especial dureza para aquellos que se lesionan deliberadamente para regresar a casa.
Pero Giulio (Alessandro Borghi), otro oficial, compañero de infancia y de estudios de Stefano, biólogo, piensa de otra manera y comienza en secreto su propia práctica ilegítima para salvar a esas pobres almas.
"Hay una utopía contracorriente.
Esta historia no es un apólogo realista contra la guerra, sino utópico.
Todo va en una
dirección: las guerras duelen, las víctimas son sobre todo
inocentes, luego, utópicamente, detenerlas es mejor porque ya no
hay armas para empuñar, los rifles son una paradoja, por
supuesto, pero en la que se basa la moraleja de la película",
cuenta apasionado Amelio.
Inspirada libremente en el libro "La Sfida" ("El desafío")
de Carlo Patriarca (Beatbestseller), rodada entre Véneto y
Trentino, escrita por Amelio con Alberto Taraglio, entrelaza la
historia de la amiga enfermera común Anna (Francesca Rosellini),
que llega al hospital militar y comprenderá que allí hay un
saboteador.
Pero la Gran Guerra no fue el único frente porque en 1918
llegó la mortífera fiebre española. En esta película de guerra
sin guerra, Amelio elige no mostrar a los muertos: "estas
imágenes están gastadas, vemos demasiadas, nos parecen
paradójicamente irreales. Cada día, desde todos los frentes,
desde Ucrania, desde Gaza y desde los países hundidos".
"A granel, tenemos escenas de muertes, heridos, bombardeos
y no acepto esta terrible adicción. El cine tiene una fuerza
emocional dada por la historia, no por hacer cine de una manera
visceral y brutal, es que soy famoso. Trayendo notas a los
actores con nuevas escenas por la mañana para maquillarlos, el
guion no es estático", avisa el director.
También está claro, muy fácilmente, que "Battlefield" habla
un lenguaje contemporáneo. "En la guerra ya estamos en la
realidad cotidiana - dice Amelio a ANSA - cada uno tiene una
posición moral sobre lo que sucede, por ejemplo, en Medio
Oriente".
"Las guerras tienen dentro de sí una idea de poder que
ordena una masacre de los pobres, de los soldados de la Primera
Guerra Mundial que murieron en combate cuerpo a cuerpo, hoy es
el mismo campo de batalla y la guerra continúa en el hospital y
conmueve los sentimientos de dos personas que siempre han
convivido como amigos y compañeros de escuela, pero que ante la
guerra reaccionan de manera diferente: uno sigue el deber, el
otro se pregunta si este deber es necesario o si, por el
contrario, existe una solución diferente", amplía Amelio.
Alessandro Borghi, que perdió 12 kilos para la película,
dice haber "descubierto de nuevo su amor por el cine" gracias a
la forma de hacer películas de Amelio. "Es un período histórico
en el que se da un giro en unas semanas, lo hemos preparado
durante más de un año, un camino que se ha ido enriqueciendo día
tras día con la creatividad y la intuición de Amelio y la
confianza que ha depositado en nosotros para que podamos asumir
responsabilidades compartidas", cuenta el actor.
"Al final de este trabajo -continúa Borghi em diálogo con
a ANSA- se trata de decir estoy en contra de la guerra, es
obvio, todos lo estamos, aquí caminamos en una línea muy delgada
de opciones éticas, de relatividad. De bien y mal, y yo mismo me
cuestiono, no lo sé, pero creo que no me hubiera comportado como
mi personaje".
El actor añade que "Battlefield" no le cambia la idea de
guerra: "Estuve en contra antes, estoy en contra después.
Encuentro que hay una responsabilidad enorme en quienes deciden
hablar sobre el tema, quienes ofrecen el máximo de resoluciones
en las redes sociales, que no son la verdad. A menudo me
critican por no exponerme, pero seamos serios, no es que por
publicar la bandera palestina en mi Instagram vaya a poner fin a
la guerra".
Volver a enamorarse del cine no fue fácil advierte: "Vengo
de una serie larga, compleja y agotadora que me puso de mal
humor. Estabas un poco cuadrado en zoom", dice recordando la
producción de "Supersex" para Netflix. "Vivo con miedo de no ser
comprendido. Entonces llegó Amelio y su cine de diálogo para
hacerme querer volver a hacer las cosas siempre algo diferente,
no solo para el público sino para mí mismo", acotó.
Borghi cierra pesimista: "salen películas que son malas,
antes daban dinero y ahora ya ni siquiera dan dinero y no
entendemos por qué las hacemos".
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