Ese es el contraataque de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, 48 horas después de la cumbre informal de líderes. Su movida se resume principalmente en estos tres movimientos.
La premier, claramente excluida de las reuniones de negociadores al margen de la cena informal de altos cargos, esperó un par de días antes de hablar. Sobre todo, esperó a que el grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR), gracias a un puñado de nuevas incorporaciones, saltara al tercer lugar, por encima de los liberales. Se trata de una guerra de números, entre los grupos parlamentarios, que está lejos de terminar.
"Me pareció surrealista que algunos llegaran con los nombres sin siquiera intentar reflexionar sobre cuál era la indicación de los ciudadanos", fue el ataque de Meloni, lanzado desde la fiesta del 50 aniversario del periódico Il Giornale. En realidad, esto no es un rechazo total al trío (Ursula von der Leyen en la Comisión, Antonio Costa en el Consejo Europeo y Kaja Kallas como Alta Representante de política exterior) en la cumbre del lunes. Es, ante todo, el rechazo de un método.
Italia, para Meloni, tiene derecho a tener un asiento en primera fila porque la fuerza que la gobierna es de las pocas que han salido fortalecidas de la votación europea. También está subiendo las apuestas, con el objetivo de sacar provecho de una poderosa delegación en la Comisión Europea, a cambio del voto, no de la entrada a la mayoría, para el "bis" de Von der Leyen.
Ni la Presidenta saliente de la Comisión ni el PPE tienen intención de no satisfacer a Meloni. En el Partido Popular, sin embargo, asistimos a una fractura subyacente entre quienes miran hacia la derecha -según las últimas declaraciones del líder de la CDU, Friedrich Merz- y quienes no quieren abrir las puertas a formaciones consideradas extremistas.
En el medio está Manfred Weber. Su silenciosa rivalidad con Merz parece destinada a crecer. Por otro lado, el primer ministro polaco, Donald Tusk, a quien el PPE le debe mucho, sigue rechazando una alianza con ECR. Por eso también en "los populares" hay quienes esperan un paso de la propia Meloni. Un paso que llevará a la FdI (Hermanos de Italia, el partido de la premier) a alejarse de PiS (el archienemigo de Tusk en Polonia) y a deshacerse definitivamente del premier húngaro Viktor Orban.
Las dos primeras reuniones de Meloni en Bruselas el lunes fueron con Mateusz Morawiecki y Orban. En el PPE no saltaron de alegría. Al mismo tiempo, socialistas, liberales y verdes siguen incluyendo a la italiana entre los grupos de derecha a evitar.
El juego es complejo, marcado por ambigüedades y palabras no dichas. El PPE afirma firmemente que partirá de la mayoría de Úrsula, que representa el 55% del total de escaños, sabiendo muy bien que de esta manera Von der Leyen acabaría víctima de los francotiradores, que en 2019 eran setenta.
Para asegurarse un "bis", la alemana necesitaría los votos tanto de los Verdes como de los "melonianos". Y no es coincidencia que en el PE esté en marcha una guerra de números, con el gran grupo de no alineados como una potencial mina de oro. El ECR, con la entrada de los nacionalistas rumanos de AUR y de los antiguos miembros de Reconquete (de Marion Marechal), más la de otras delegaciones más pequeñas, llegó a 83, tres más que Renovar Europa.
Pero los liberales también anunciarán en los próximos días nuevas incorporaciones, en un intento de contraatacar.
El trío de altos cargos sigue siendo inestable. La estonia Kallas se mostró "escéptica" sobre la posibilidad de liderar la diplomacia de la UE, percibiendo las reservas que circulan sobre ella entre socialistas y populistas. Costa, por su parte, goza del respeto de todos, pero, comparado por ejemplo con un perfil como el de Enrico Letta, tiene una biografía menos acostumbrada a acuerdos amplios.
Lo que desestabiliza la situación es la insistencia del PPE en romper el mandato del sucesor de Charles Michel, dejando solo la primera parte a S&D. La única que está casi segura de que habrá un bis parece ser Roberta Metsola, nominada oficialmente a la presidencia de la Cámara Europea por el PPE.
Si son elegidos, los malteses se encontrarán gobernando un Parlamento que corre el riesgo de quedar a merced de la tormenta.
"Creo que habrá algunas sorpresas en cuanto a las mayorías que se construirán sobre los distintos expedientes", advirtió Meloni.
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