Socialdemócrata, de 63 años, desde 1995 esta distinguida señora del Reino de un estilo siempre impecable y que, hoy en día, padece esclerosis múltiple.
Pero justamente el año del diagnóstico coincide con el ingreso en el partido: la enfermedad, supuestamente bajo control y combatida en ocasiones en el pasado en silla de ruedas, evidentemente nunca la detuvo realmente. Sin embargo, ante los periodistas en Maguncia ni siquiera mencionó todo esto. Por su parte, María Luise Dreyer, que creó el mucho más famoso "Malu" de sus dos nombres, explicó las cosas con admirable sencillez: "He servido a este Land con gran entusiasmo, gran fuerza y ;;energía. Lamentablemente, tuve que darme cuenta de que esta fuerza ahora es limitada".
Sin embargo, su ejecutivo podrá seguir gobernando, aclaró la líder de uno de los primeros ejemplos del semáforo (la coalición que también lidera Olaf Scholz en Berlín). Un equipo exitoso, en su caso, que nació en 2016 con aliados verdes y liberales y vio reconfirmado su mandato en 2021. Licenciada en Derecho, magistrada, alcalde de un pequeño municipio, y luego creció en política hasta convertirse en comisaria de su partido en la crisis que golpeó el liderazgo de la exministra de Angela Merkel, Andrea Nahles, Dreyer, eligió para pasar el relevo a su vice, el consejero de Trabajo Alexander Schweitzer, que se someterá a la votación del Parlamento regional el 10 de julio.
Y que ahora tiene bien dos años para presentarse en las urnas como un gobernador experimentado. La presidenta saliente que, con su gesto hizo un favor a todo el partido, dirigió la administración en años difíciles, marcados por la pandemia, la crisis de refugiados y, en 2021, por un acontecimiento especialmente dramático -una "ruptura" en su existencia política-, la catástrofe. de la inundación que azotó la zona de Arthal, con un saldo de 135 muertos.
No faltaron las consecuencias de muchas duras controversias.
Hoy mencionó estos momentos y luego explicó con un poco más de detalle las dificultades actuales: "Se ha vuelto más difícil recargar energías. Después de un gran esfuerzo, antes me bastaba con dormir bien para recuperarme. Ahora ya no es así". La agenda repleta de compromisos y la presión general no le permiten afrontar los próximos dos años en el cargo.
"Tengo 63 años, no soy muy mayor, pero tengo que reconocer que no es como cuando tenía 50". "No me voy con el corazón contento, porque no estoy cansada del trabajo", admitió. "Pero prometí a los ciudadanos que daría todas mis fuerzas a la tarea y, tal como soy, no podría actuar de otra manera y no darlo todo. Mi energía está menguando, lo que hay no alcanza para gobernar." Todos se preguntan cuál es su futuro. En primer lugar, un período de descanso, ya no aspirando a un puesto de tiempo completo. Pero seguirá en política, por las mujeres, como siempre lo ha hecho, y por la democracia, "porque nunca ha estado bajo presión como hoy".
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