Hay delegaciones numerosas desde el
punto de vista financiero, otras simbólicamente importantes
desde el punto de vista político, otras que hasta ahora se
consideraban marginales, pero que finalmente no lo serán.
Por esta razón, la carrera por las carteras de la Comisión
Europea es al menos tan complicada como la por los puestos más
altos de la UE.
Los dos juegos se cruzan y quien los gestiona
debe asegurarse que reflejen dos factores: la importancia del
país miembro y la fuerza del partido de gobierno.
Con un apéndice: la estructura y los títulos de las
delegaciones del Palacio Berlaymont cambiarán. Y Ursula von der
Leyen tiene una idea: suprimir el cargo de vicepresidente
ejecutivo, como señal de mayor igualdad entre los miembros.
Sobre esta base, Giorgia Meloni, pero en realidad todo el
gobierno italiano, repite que Italia tiene derecho a tener una
billetera pesada. Y lo más probable es que eventualmente lo
consiga. El diablo, sin embargo, está en los detalles. Y hay que
detallar la definición de "delegación de peso".
Un comisario de Asuntos Internos y Migración, por ejemplo,
es políticamente central, pero tiene un presupuesto muy
limitado. Sin embargo, un comisario de Competencia tiene poder
directo sobre los 27 países miembros. El juego de la oferta y la
demanda dependerá también del objetivo del Gobierno de Meloni,
que aún no está definido, pero que tiende a centrarse en la
Industria o la Competencia.
Italia, sin embargo, no está sola. Francia y Polonia
tienen apetencias similares. Por la importancia de los países y,
en el caso de Varsovia, por el papel de Donald Tusk en el
ascenso del PPE (PArtido Popular). España ya tiene un nombre
fuerte para la Comisión, el de Teresa Ribera, mano derecha del
presidente socialista Pedro Sánchez y madrina del Pacto Verde al
estilo castellano, que parece destinada a manejar el muy
delicado expediente a nivel de la UE.
El letón Valdis Dombrovkis, temido contable halcón de los
países miembros, y el eslovaco Maros Sefcovic fueron reelegidos
por sus respectivos gobiernos. Es poco probable que la zarina de
la competencia, Margrethe Vestager, esté representada por el
gobierno socialista danés.
En Polonia, en primera posición, independientemente de su
función, está el Ministro de Asuntos Exteriores, Radoslaw
Sikorski. Grecia, en Bruselas, tiene desde hace años la cara de
Margaritis Schinas y es poco probable que el Gobierno de Atenas
consiga convencerle de que regrese a casa.
La Valeta, por otra parte, podría proponer a Miriam Dalli,
una estrella en ascenso del socialismo maltés. El destino de los
comisarios neerlandés y austriaco está, pues, íntimamente ligado
al de sus respectivos gobiernos: el primero está a punto de
nacer, el segundo a punto de declinar. El Elíseo está llamado a
confirmar o desmentir a Thierry Breton, que tiene de su lado ser
un macroniano de hierro. Pero el hándicap es que Von der Leyen
no le quiere mucho.
Se dijo que la estructura cambiará. El sector de Defensa
no tendrá comisionado propio, pero sí tendrá un espacio
prioritario, al igual que la Transición Digital y la Defensa de
la Democracia. Mientras que la delegación en el Presupuesto
podría verse enriquecida por la gestión del PNRR (Plan Nacional
de Recuperación y Resiliencia): otra caja atractiva para Roma.
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