El resultado fue publicado en la revista Neuron por un grupo de investigadores dirigido por la Universidad japonesa de Tsukuba.
Aunque los ratones y los humanos exhiben comportamientos sexuales diferentes, las áreas cerebrales y los neurotransmisores involucrados pueden ser similares, por lo que el estudio abre la posibilidad de tratar algunas disfunciones sexuales, principalmente la eyaculación precoz, que afecta a entre el 20% y el 30% de los hombres sexualmente activos.
Investigadores dirigidos por Ai Miyasaka inyectaron sensores fluorescentes en el núcleo accumbens de ratones macho, la región del cerebro que desempeña un papel en la recompensa y responde a la dopamina, el mensajero químico a menudo asociado con el placer.
Esto permitió presenciar, de forma muy precisa, lo que
sucede durante todas las fases del sexo.
Los cerebros de los ratones comienzan a liberar
acetilcolina, conocida por su papel como regulador de la
dopamina, poco antes del inicio del apareamiento, mientras que
la producción de dopamina comienza unos 6 segundos después.
En
este punto, los dos neurotransmisores comienzan a fluctuar
rítmica y alternativamente, al compás de los movimientos del
animal, hasta que la dopamina disminuye antes de aumentar
rápidamente, provocando la eyaculación.
Los autores del estudio también comprobaron que la
concentración de dopamina también es importante: al disminuir
los niveles de esta sustancia en el cerebro, los ratones
detenían por completo la actividad sexual o volvían a fases
anteriores.
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