Hay una gran necesidad
de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad".
Así lo escribe el Papa en un pasaje de una carta publicada
en el sitio web del Corriere della Sera.
La carta, fechada el 14
de marzo, está dirigida al director, Luciano Fontana, quien le
había enviado un mensaje de buenos deseos y le preguntó si
quería intervenir con un llamamiento.
"La guerra, añade el Papa Francisco, no hace más que
devastar las comunidades y el medio ambiente, sin ofrecer
soluciones a los conflictos. La diplomacia y las organizaciones
internacionales necesitan un nuevo impulso y credibilidad".
Francisco agradece al director "por las palabras de
cercanía con las que ha querido hacerse presente en este momento
de enfermedad en el que, como ya he dicho, la guerra parece aún
más absurda".
"La fragilidad humana, de hecho, tiene el poder de hacernos
más lúcidos respecto a lo que permanece y a lo que es pasajero,
a lo que da vida y a lo que mata. Tal vez por eso tendemos tan a
menudo a negar los límites y a huir de las personas frágiles y
heridas: tienen el poder de cuestionar la dirección que hemos
elegido, tanto como individuos como en comunidad".
"Quisiera animarle a usted y a todos aquellos que dedican su
trabajo e inteligencia a la labor de informar, a través de
herramientas de comunicación que hoy en día conectan nuestro
mundo en tiempo real: sientan toda la importancia de las
palabras. Nunca son solo palabras: son hechos que construyen los
entornos humanos. Pueden unir o dividir, servir a la verdad o
servirse de ella. Debemos desarmar las palabras para desarmar
las mentes y desarmar la Tierra. Hay una gran necesidad de
reflexión, de calma, de sentido de la complejidad".
"Mientras la guerra no hace más que devastar las comunidades
y el medio ambiente, sin ofrecer soluciones a los conflictos, la
diplomacia y las organizaciones internacionales necesitan un
nuevo impulso y credibilidad. Las religiones, además, pueden
nutrirse de las espiritualidades de los pueblos para reavivar el
deseo de hermandad y justicia, la esperanza de paz. Todo esto
requiere compromiso, trabajo, silencio y palabras. Sintámonos
unidos en este esfuerzo, que la Gracia celestial no dejará de
inspirar y acompañar", concluye Francisco.
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