En un nuevo documento sobre la dignidad humana, el Vaticano condena la maternidad subrogada, la teoría de género y el cambio de sexo, lo hizo este lunes a través de la declaración "Dignitas Infinita", del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, donde, entre las "violaciones graves de la dignidad humana" se incluyen también la pobreza, la guerra y la situación que padecen los migrantes, temas centrales del pontificado del papa Francisco. La Iglesia se pronuncia allí contra la práctica de la maternidad subrogada, "mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto".
Así lo afirma el antiguo Santo Oficio en "Dignitas Infinita", citando al Papa Francisco: "toda vida humana, a partir de la del feto en el seno materno, no puede ser suprimida ni convertirse en objeto de comercialización" y "en este sentido, considero la práctica de la llamada maternidad subrogada, que atenta gravemente contra la dignidad de la mujer y de su hijo. Se basa en la explotación de una situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un regalo y nunca el objeto de un contrato. Por ello esperamos un compromiso de la comunidad internacional para prohibir universalmente esta práctica".
"Uno de los fenómenos que contribuye considerablemente a negar la dignidad de muchos seres humanos es la pobreza extrema, ligada a la distribución desigual de la riqueza", prosigue el documento.
Como ya lo subrayó San Juan Pablo II, "una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes" y "los servicios originalmente destinados a todos".
Además, según el ex Santo Oficio, sería ilusorio hacer una distinción sumaria entre "países ricos" y "países pobres": Benedicto XVI ya reconoció, de hecho, que "la riqueza mundial crece en términos absolutos, pero las disparidades en los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y surgen nuevas formas de pobreza". "En las zonas más pobres, algunos grupos disfrutan de una especie de superdesarrollo derrochador y consumista que contrasta de manera inaceptable con situaciones persistentes de pobreza deshumanizante", acota el documento. Y sostiene que "el escándalo de las desigualdades sensacionales continúa" y recalca que "la dignidad de los pobres es doblemente negada, tanto por la falta de recursos disponibles para satisfacer sus necesidades primarias como por la indiferencia con la que son tratados por quienes viven a su lado".
Por lo tanto, con el Papa Francisco debemos concluir que "la riqueza ha aumentado, pero sin equidad, por lo que sucede que nacen nuevas formas de pobreza". En consecuencia, la pobreza se propaga "de muchas maneras, como en la obsesión por reducir los costos laborales, sin darse cuenta de las graves consecuencias que esto provoca, porque el desempleo que se produce tiene el efecto directo de ampliar los límites de la pobreza".
Entre estos "efectos destructivos del imperio del dinero", hay que reconocer que "no hay peor pobreza que la que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo... Todos somos responsables, aunque en distintos grados, de esta flagrante desigualdad", insiste el documento.
"Dignitas Infinita" también remite a las guerras. "Ninguna guerra vale las lágrimas de una madre que ha visto a su hijo mutilado o muerto; ninguna guerra vale la pérdida de la vida, ni siquiera de una sola persona humana, ser sagrado, creado a imagen y semejanza del creador; ninguna la guerra vale el envenenamiento de nuestra Casa Común; y ninguna guerra vale la desesperación de quienes se ven obligados a abandonar su patria y se ven privados, de un momento a otro, de su hogar y de todo el entorno familiar, amistoso, social y lazos culturales que se han construido, a veces a través de generaciones", subraya en otro tramo.
La Declaración del ex Santo Oficio "Dignitas Infinita" toma prestadas las palabras del Papa Francisco para afirmar que "otra tragedia que niega la dignidad humana es el estallido de la guerra, hoy como en todos los tiempos: 'guerras, ataques, persecuciones por motivos raciales y religiosos'. , y muchos abusos contra la dignidad humana [...] se están "multiplicando dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta el punto de adoptar las características de lo que podría llamarse una 'tercera guerra mundial gradual'".
"Con su estela de destrucción y dolor -añade el documento-, la guerra ataca la dignidad humana a corto y largo plazo: si bien reafirmamos el derecho inalienable a la autodefensa, así como la responsabilidad de proteger a aquellos cuya existencia se ve amenazada, debemos admitir que la guerra siempre es una 'derrota de la humanidad'".
Todas las guerras, simplemente porque contradicen la dignidad humana, son "conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán". "Esto es aún más grave en nuestros tiempos, cuando se ha vuelto normal que muchos civiles inocentes mueran fuera del campo de batalla", subraya.
"Por eso, aún hoy la Iglesia solo puede hacer suyas las palabras de los Pontífices, que se repiten: No maten!, no se preparen para la destrucción y el exterminio de los hombres!, piensen enstus hermanos que sufren hambre y pobreza!, respeten la dignidad y la libertad de cada uno!".
"Precisamente en nuestro tiempo este es el grito de la Iglesia y de toda la humanidad. Finalmente, el Papa Francisco subraya que 'ya no podemos pensar en la guerra como una solución. Ante esta realidad, hoy resulta muy difícil sostener los criterios racionales desarrollados en otros siglos para hablar de una posible guerra justa. No más guerra !i".
La íntima relación que existe entre fe y dignidad humana hace que en última instancia resulte contradictorio que la guerra se base en convicciones religiosas: "quienes invocan el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra no siguen el camino de Dios: la guerra en nombre de la religión Es una guerra contra la religión misma", sentenció el documento.
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