Y el durísimo enfrentamiento frontal entre el presidente socialista Pedro Sánchez y el jefe de la oposición, el popular Alberto Núñez Feijóo, se ha extendido a Bruselas: en el centro de esta feroz oposición está la figura de Teresa Ribera, vice premier, ministra de Transición Ecológica, pero sobre todo la candidata designada por Sánchez para el puesto de comisaria y vicepresidenta europea, con una cartera comunitaria de primerísima importancia: Transición limpia, justa y competitiva y Competencia.
Ribera lleva días siendo acusada por el Partido Popular español de tener graves fallas en la gestión de las inundaciones. Y el propio Feijóo pidió que no sea confirmada en Bruselas antes de su comparecencia en el Congreso de Madrid, prevista para el 20 de noviembre, para defenderse de las supuestas acusaciones. Además, la reunión fue solicitada por la propia Ribera para aclarar las imputaciones que pesan sobre ella.
Pero el Partido Popular no se ha rendido y exige que Sánchez reemplace a su candidata leal con otro. Por otro lado, el PSOE afirma que los ataques populares son solo una forma de encubrir los gravísimos pecados del gobernador valenciano, Carlos Mazón. Hace apenas unos días, Ribera contó que la tarde del desastre intentó contactar cuatro veces con Mazón, sin lograrlo. Mazón no respondió a esas llamadas porque estaba ocupado con un periodista, amigo suyo, en un almuerzo que duró 4 horas, de 14 a 18 horas.
El desafío entre el Partido Popular español y los socialistas parece no tener salida. Iratxe García Pérez, presidenta del grupo S&D (Socialistas y Demócratas), está levantando las barricadas: para ellos, el nombramiento de Ribera es un paso innegociable.
La cuestión es que, con votos en mano, Ribera corre el riesgo de no ser aprobada, a diferencia de la otra manzana de la discordia, el ministro italiano Raffaele Fitto. De hecho, en el seno de las comisiones parlamentarias competentes, en la tercera votación - después de las dos primeras con un quórum de 2/3 de los miembros - una mayoría simple es suficiente para obtener luz verde.
Ribera, sin el sí del PPE (que es el grupo mayoritario de la Cámara Europea) está abocada a un estrepitoso fracaso. Fitto, en cambio, incluso sin el voto favorable de los socialistas, puede contar con la llamada "mayoría venezolana", formada por populares, patriotas, extremistas de la Europa de las Naciones Soberanas y, en la votación secreta, algunas posibles incorporaciones del grupo Renew (Renovación). De ahí el estancamiento de estas horas y las grandes dificultades por parte de Von der Leyen para desenredar una madeja cada vez más enredada a lo largo del eje Madrid-Bruselas.
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