"Quien se opone a la deuda común, se opone a los objetivos de la Unión Europea", fue el ataque frontal de Draghi, que quiso subrayar cómo esos mismos objetivos "ya han sido acordados por todos", parte del compromiso de participar en la casa común.
Al llegar al pleno del Parlamento Europeo poco antes de las dos de la tarde, el expremier italiano se dirigió a los eurodiputados con el mismo mensaje decisivo que ya expresó en Bruselas y Milán estos últimos días.
Efectivamente, está en juego, destacó, "el destino" de Europa que, ante el desafío lanzado por Estados Unidos y China, corre el riesgo de volverse "menos próspera, menos justa, menos segura" y "menos libre de elegir" con el tiempo por sí misma.
Una perspectiva que mantiene "a todos ansiosos", enfatizó Draghi, antes de ilustrar los puntos principales de un informe que pretende ser una brújula para las renovadas políticas de Von der Leyen. Por su parte, al presentar su equipo, la alemana reiteró su deseo de seguir "las recomendaciones" para una Europa "más fluida, más interconectada y más coordinada".
Un compromiso que se refleja en todas las cartas de misión que Alemania confió a sus nuevos comisarios designados, llamados a inspirarse en gran medida en el documento elaborado por Draghi y en el informe complementario sobre el mercado único firmado por Enrico Letta.
Desde lo alto del Palacio Berlaymont, las indicaciones del expresidente del BCE se encuentran en las tareas confiadas al nuevo vicepresidente ejecutivo de Política Industrial, el francés Stéphane Séjourné, y a sus colegas parisinas Teresa Ribera y Henna Virkkunen.
En el caso particular de la española, está encargada de mantener la coherencia en las políticas ecologistas de la UE y rediseñar las normas sobre ayudas estatales para favorecer proyectos de interés común (IPCEI).
Con respecto a la finlandesa, será responsable de cambiar de marcha sobre el desarrollo interno de la nube, Inteligencia Artificial (IA), capacidad de cálculo y chips cuánticos.
No hubo referencia explícita a esa deuda común que desagrada a la propia Von der Leyen, consciente de la oposición de los países frugales y de Berlín, tal como lo manifestó el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner.
Sin embargo, el desafío que supone el titánico esfuerzo financiero (se necesitan entre 750 y 800 mil millones por año de inversiones públicas y privadas adicionales), necesario para convertir las ambiciones de la UE en realidad, es inevitable.
Por ahora, el punto de apoyo de la financiación ligada a la competitividad estará en manos del "rigorista" de las cuentas públicas, Valdis Dombrovskis, llamado a garantizar la "coherencia" entre las políticas presupuestarias de los Veintisiete países, pero también responsable -junto con Séjourné- del desarrollo de "un nuevo instrumento de coordinación" vinculado con el "futuro fondo europeo de competitividad".
Las preocupaciones y las dudas sobre la deuda común son "legítimas", admitió Draghi, pero ese esfuerzo "no está destinado al gasto público general ni a las subvenciones", sino "para alcanzar los objetivos fundamentales comunes".
"Me corresponde a mí -presentar el diagnóstico. A ustedes, representantes electos, les corresponde traducir este programa en acciones", sobre la base de una superación de las "divisiones" y encontrando "un consenso".
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