Los temblores de magnitud 7,7 y 6,4 afectaron el centro de Myanmar, con epicentro a 16 kilómetros al noroeste de la ciudad de Saigang, a lo largo de la homónima falla que atraviesa el país de norte a sur, y a una profundidad de apenas 10 kilómetros.
Y se extendieron por miles de kilómetros, llegando a la vecina Tailandia, a China, hasta Laos y Vietnam.
El balance, totalmente provisional, es de casi 150 muertos en Myanmar y al menos 9 víctimas en Bangkok, donde un rascacielos de 30 plantas todavía en construcción se derrumbó sepultando a decenas de trabajadores.
Hay también centenares de heridos y un número incalculable de desaparecidos bajo los escombros o, en el mejor de los casos, inalcanzables por la interrupción de las comunicaciones: se teme que con el paso de las horas los muertos puedan contarse por miles.
La idea de la inmensa catástrofe la dio el inusual llamamiento a la ayuda internacional lanzado por la junta militar birmana, aislada desde el golpe de Estado de 2021.
El primer ministro y jefe de la junta, Min Aung Hlaing, invitó a "cualquier país, cualquier organización" a acudir al rescate, asegurando que había "abierto todas las vías para la ayuda exterior".
Y recibió la disponibilidad inmediata de la India, la Unión Europea y Estados Unidos, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció haber activado su sistema de gestión de emergencias.
Por su parte, el papa Francisco dijo que estaba "entristecido por la pérdida de vidas", mientras está rezando por las víctimas y la población afectada, según informó la sala de prensa del Vaticano.
"En algunas zonas, se derrumbaron edificios", declaró Min Aung Hlaing durante su visita a un hospital en la capital, Naipyidó, donde el número de muertos ascendió a 96.
Los heridos llegaron en masa, pero la entrada de urgencias se derrumbó y todo el edificio sufrió graves daños, lo que obligó al personal médico a atender a cientos de personas en el exterior.
"Nunca vi algo así.
Estamos intentando controlar la
situación", declaró un médico.
De hecho, fue el terremoto más fuerte registrado en el país
desde 1946 y, según el instituto INGV, fue 300 veces más potente
que el que devastó Amatrice en 2016.
La junta declaró entonces el estado de emergencia en seis de
las siete regiones del país (Sagaing, Mandalay, Magway en el
noreste de Myanmar y el estado de Shan en el noreste, Naypyidaw
y Bago).
Incluso en Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar
y a pocos kilómetros del epicentro, varios edificios se
derrumbaron, incluido un hospital y un hotel, pero "la tragedia
es que los esfuerzos de socorro son escasos o completamente
nulos" debido a la guerra civil en curso, dijo a Fides una
fuente católica local.
Las carreteras están destrozadas por todas partes, la
carretera principal cerca de Mandalay está bloqueada, algunos
puentes se han derrumbado, como el de Sagaing.
En Taungoo, al sur de Naypyidaw, una veintena de niños
quedaron atrapados bajo los escombros de una escuela: según el
periódico local, Eleven Media Group, cinco de ellos fueron
rescatados sin vida.
La situación también es dramática en la vecina Tailandia,
donde el primer ministro Paetongtarn Shinawatra interrumpió una
visita oficial a la isla de Phuket para mantener una "reunión
urgente" y declaró el estado de emergencia.
Al menos 9 personas murieron en Bangkok, mientras que se
cree que 110 están atrapadas bajo los escombros del rascacielos
en construcción donde trabajaban 409 obreros.
Los rescatistas trabajan para buscarlos, también con ayuda
de drones y de perros, mientras los servicios de metro fueron
suspendidos en la ciudad.
La onda expansiva del terremoto también llegó a China,
especialmente a la provincia fronteriza de Yunnan, a 300
kilómetros del epicentro, y se sintió también en algunas zonas
de Guizhou y Guangxi.
La oficina de gestión de emergencias de la ciudad de Ruili,
Yunnan, informó que hubo daños en viviendas y al menos dos
personas heridas que fueron hospitalizadas.
El terremoto se sintió entonces con claridad en lugares tan
lejanos como Laos y Vietnam.
Los edificios temblaron en las capitales, Vientiane y
Hanoi, y en Ciudad Ho Chi Minh.
La Farnesina (cancillería italiana) está verificando a
través de sus embajadas la posible implicación de ciudadanos
italianos en el terremoto: hay aproximadamente 100 registrados
en el AIRE en Myanmar, 7.000 en Tailandia, además de 700
personas registradas en el sitio "Dove siamo nel mondo" (Donde
estamos en el mundo).
Italia también está estudiando a nivel europeo la
posibilidad de acciones conjuntas del Sistema Europeo de
Protección Civil.
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