"No arrojen a la UE al caos". El día de la verdad se acerca para Ursula von der Leyen y el mensaje que se extiende desde su círculo a grupos y delegaciones parlamentarias individuales tiene cada vez más el tono de un llamamiento: votar de forma pragmática para defender la casa común y evitar así hacer un favor a Viktor Orban y los enemigos de Europa.
La exministra alemana sabe que puede contar en gran medida con su Partido Popular, los socialistas y los liberales. Pero con la incógnita de los francotiradores siempre presente, la clave está enteramente en la orientación de los Verdes. Su apoyo, que parece cada vez más estrecho, estará ligado en gran medida a la exclusión de la "colaboración estructural con los conservadores".
Por eso también la pulseada con el ECR (Conservadores y Reformistas Europeos), donde versa la premier italiana Giorgia Meloni, prevista para el martes es considerada decisiva por todos. Y lo mismo sucederá con el juego que la primera ministra está realizando en nombre de Italia: una cartera de peso en la próxima Comisión Europea es la petición de Roma, que suena a obligatoria en medio de la carrera de los gobiernos nacionales por delegaciones fuertes.
Ni mensajes en las redes sociales ni comunicaciones externas: las últimas horas antes de viajar a Estrasburgo para ver a Von der Leyen están dedicadas a perfeccionar el programa de gobierno de una treintena de páginas que presentará en la Cámara la mañana del 18 de julio, un puñado de a pocas horas del momento de la votación decisiva.
La presidenta saliente de la Comisión Europea, en las descripciones ofrecidas por su entorno, se muestra "tranquila", sus colaboradores más confiables están "centrados" en el objetivo de superar los 361 votos -la mayoría necesaria- para completar la misión electoral y apuntarse un "bis" en el cargo.
Y la agenda de la semana está "llena de reuniones". Prueba de que las negociaciones continuarán intensamente.
Las posiciones de la presidenta sobre los expedientes más delicados de la inmigración y el Acuerdo Verde actuarán como un punto de inflexión. Y si será imposible desactivar a un esperado 10-15% de francotiradores entre las ramas de su mayoría compuesta por el PPE, S&D y Renew, el compromiso sigue siendo asegurar un bis dirigiéndose también a las otras fuerzas sin distorsionar su agenda política.
Prometió a los Verdes: no habrá marcha atrás en el punto de inflexión ecologista y no habrá colaboración con una gran parte de la ECR, que hasta ahora ha expresado una orientación negativa sobre la votación, con la única excepción de la delegación checa.
Esta gran parte, sin embargo, no incluye a Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia, el partido de Meloni) que por ahora -según el parlamentario Nicola Procaccini- no ha dado lugar a vacantes. Todo o casi todo dependerá de la conversación con Meloni y las garantías sobre las delegaciones que serán asignadas a Italia también podrían hacer que el ábaco se incline a favor de la alemana.
El Palacio Chigi, según fuentes europeas, tiende a apuntar en particular en la competencia, el mercado interior, los asuntos económicos y el presupuesto, pero también en la agricultura. Veintiséis puestos para veintiséis países, si excluimos el de la presidencia, después de todo, no pueden ser todos iguales y la carrera por las carteras de la Comisión es al menos tan complicada como la de Von der Leyen hacia la reconfirmación.
Todos los grandes nombres aspiran a los mandatos más exigentes desde el punto de vista financiero y Roma no está sola en sus peticiones. París (Emmanuel Macron ha elegido una vez más al leal Thierry Breton a pesar de estar agobiado por el enigma del gobierno) y Varsovia tienen reivindicaciones similares.
España ya puede presumir del prestigioso nombre de Teresa Ribera, mano derecha del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y madrina de las políticas verdes españolas. El letón Valdis Dombrovkis, temido halcón de las cuentas de los países miembros, seguirá en pos de una buena postulación.
Un comisario en pleno que Von der Leyen no puede ignorar en el juego de oferta y demanda del que dependerá su reconfirmación y la composición del próximo equipo. La cual, como aseguró Manfred Weber -presidente del PPE- en los últimos días, seguirá siendo dirigida por Úrsula porque "no hay un plan B".
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA