En el glamuroso hotel de antaño -desde hace 150 años acoge a los grandes del mundo al más puro estilo suizo, aunque ahora sea Qatar el propietario-, las 101 delegaciones que aceptaron la invitación de Berna para participar en una especie de desfile de misión imposible o cómo silenciar las armas en Ucrania mediante negociaciones. Pero sin Rusia.
Un ejercicio de estilo, para algunos. Sin embargo, nunca como en Burgenstock, el medio es el mensaje: por un lado Vladimir Putin, que dicta anatemas, haciendo pasar el desierto por paz, por otro, el presidente ucraniano, que pide al mundo que "contribuya" a la solución.
"América Latina, Medio Oriente y Asia, Africa, Europa, el Pacífico, Australia, América del Norte: todos presentes. Juntos estamos dando el primer paso hacia una paz justa, basada en la Carta de las Naciones Unidas y los principios fundamentales del derecho internacional", aclaró Zelensky.
En teoría sería difícil no estar de acuerdo, pero estos valores incluyen el respeto a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania, que Putin efectivamente quiere desmembrar. "Todo esto no es negociable", reiteró el jefe de gabinete de Zelensky, Andriy Yermak.
Pero el trabajo acaba de empezar y el objetivo es integrar la fórmula de paz ucraniana -que debutó en el G20 en Bali, cuando Rusia y China quedaron bajo el parlamento mundial, teniendo que tragarse una declaración conjunta en la que pedían el fin de a la guerra - con otras ideas.
"Estamos evaluando la posibilidad, una vez alcanzado un plan conjunto, de presentarlo a los representantes de Rusia y creemos que esto podría suceder en la segunda cumbre de paz", añadió Yermak. Porque, y todo el mundo lo sabe que, tarde o temprano, Moscú tendrá que intervenir.
La siguiente parada podría ser entonces Arabia Saudita, donde se supone que podría celebrarse la nueva cumbre. Pero esto requeriría la aceptación por parte de Rusia de los principios fundamentales de la Carta de la ONU, incluida la integridad territorial de Ucrania, por lo que todo "está todavía en el aire", afirma un alto funcionario europeo que conoce directamente el expediente.
El Kremlin está en contra. "No queremos comunicar ningún mensaje, queremos reunirnos la próxima vez para un evento más sustancial y constructivo", dijo el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Pero quién sabe, el apetito puede surgir con la negociación.
"Hoy no podremos decretar la paz para Ucrania, pero esperamos iniciar el proceso", afirmó Viola Amherd, presidenta de la Confederación Suiza. "Como comunidad internacional podemos preparar el terreno para las negociaciones entre las dos partes en conflicto", acotó.
Por supuesto, el aperitivo no augura nada bueno. "Si la propuesta del presidente Putin es 'estamos dispuestos a tener una negociación de paz si Kiev reconoce la invasión de Ucrania y cede las partes ocupadas', no parece particularmente efectiva como propuesta, me parece más una medida propagandística que una real", dijo la premier italiana Giorgia Meloni en el cierre del G7.
Berna ha desarrollado un camino por etapas. El programa de la Cumbre incluye tanto sesiones "plenarias" como debates sobre los tres temas que se prestan "a generar confianza", a saber: "la seguridad nuclear, la seguridad alimentaria y la dimensión humanitaria, incluida la liberación de prisioneros".
"Se trata de temas de interés global que afectan directamente a un gran número de Estados y que han sido abordados en los distintos planes de paz propuestos", subrayan los organizadores.
Nuevamente, el objetivo es crear consenso, acercar posiciones. Que a veces son muy diferentes del coro occidental.
Por ejemplo, el Ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita advierte que serán necesarios "compromisos difíciles" si realmente se quiere lograr la paz, mientras que el Presidente de Kenia afirma que la agresión de Moscú es ciertamente "ilegal", pero es una "apropiación unilateral de los activos soberanos rusos" (y los conflictos en Oriente Medio, el Sahel y el Cuerno de África son igualmente terribles).
En resumen, abrir el micrófono al mundo -como prometió Zelensky- tiene sus contraindicaciones. Las delegaciones están trabajando para llegar a una declaración conjunta que por el momento parece "estable", aunque aún no está segura la firma de todos.
"Putin debería pasar del lenguaje de los ultimátums al de la mayoría mundial, que quiere una paz justa", advierte Zelensky a los dirigentes. Más que nada, así lo espera.
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