En definitiva, la Unión Europea no tiene intención de inmiscuirse y mira el enfrentamiento armado entre el Kremlin y Yevgeny Prigozhin con una mezcla de cautela y preocupación. Un choque que de momento parece congelado, pero que tiene consecuencias imprevisibles para los líderes europeos.
De hecho, no todo el mundo ha saltado al mantra de la prudencia en Europa. Una cierta euforia mezclada con preocupación se ha abierto camino entre los líderes políticos de algunos países de Europa del Este. En un tuit, el ministro de Asuntos Exteriores checo, Jan Lipavsky, escribió sarcásticamente: "Veo que se acercan mis vacaciones de verano en Crimea".
El presidente búlgaro Rumen Radev, hablando en el Europa Forum Wachau, subrayó que "Rusia podría estar en un punto de inflexión". Un preocupado Alexander De Croo, primer ministro de Bélgica, convocó en cambio al Consejo de Seguridad Nacional y emitió una advertencia: "La situación en Rusia es grave, habrá consecuencias para Europa". Y es precisamente mirando las posibles "consecuencias" que los países bálticos y Finlandia han acordado moverse como uno solo desde ahora hasta los próximos días.
Mientras que Estonia y Letonia reforzaron de inmediato sus fronteras al anunciar que no se otorgará visa a ningún ruso que huya.
Sin embargo, la crisis rusa está destinada a dar un vuelco a la agenda europea, empezando por el Consejo de Asuntos Exteriores previsto para el lunes en Luxemburgo. En la cumbre de líderes del jueves y viernes seguramente será uno de los puntos principales, aunque en el último borrador de conclusiones no se hace referencia a él.
En cambio, se habla ampliamente de los "esfuerzos diplomáticos" que se deben realizar para una "agenda de paz".
Antes de que escalara el choque dentro de Rusia, de hecho, esta era la principal novedad que se colaba en la UE y más allá: la de empezar a hablar de una mesa de paz basada en los diez puntos de Volodimir Zelensky. El tema estuvo en el centro de una cumbre que reunió en Copenhague a los asesores de seguridad -por Estados Unidos estuvo el asesor de la Casa Blanca Jack Sullivan- de los países del G7 plus, donde el plus indica la participación de los países BRICS.
De hecho, es sobre ellos sobre los que Occidente está centrando los focos para una mayor implicación en el fin del conflicto.
Mientras el grupo Wagner avanzaba hacia Moscú, en Europa, todo era una llamada telefónica entre dirigentes y representantes de las instituciones comunitarias. Y la línea de cautela también fue totalmente compartida por el primer ministro británico Rishi Sunak. El presidente del Consejo de la UE Charles Michel ha tenido contactos con los líderes del G7. El Alto Representante Josep Borrell, en un debate con los ministros de Asuntos Exteriores de los Siete Grandes, anunció la activación del centro de respuesta a crisis de la Unión y reiteró un concepto en el que todos están de acuerdo: "El apoyo a Ucrania continúa y se mantiene inquebrantable".
El objetivo, para Bruselas, no ha cambiado. Pero el contexto podría estar distorsionado y no es seguro que una posible caída de Vladimir Putin tenga efectos positivos en Ucrania. Esta es también la razón por la cual la UE se ha mantenido al margen por ahora. Ante lo que Paolo Gentiloni -el comisario europeo de Economía- no dudó en definir como "horas dramáticas".
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