"La pasada noche -explicó en un comunicado- un nutrido grupo de colonos israelíes, con banderas, cantos y gritos, ingresó por la Puerta Nueva. Algunos turistas sentados en un restaurante, que gozaban de una atmósfera tranquila del barrio, cuando imprevistamente el grupo comenzó a molestarlos, a destruir sillas y mesas de los negocios y de los otros restaurantes que se encontraban".
"Esta violencia injustificada -subrayó la Asamblea- sembró terror entre los comerciantes, los residentes y los visitantes del barrio cristiano. La calma volvió solo una hora después, cuando llegó la policía y desalojó a los agresores".
La Asamblea condenó "tales ataques" y expresó "preocupación por la escalada de violencia en la Ciudad Santa", y aclaró que "el episodio tuvo lugar en la vía que conduce al Santo Sepulcro, el lugar cristiano más sagrado del mundo, y en el Barrio Cristiano que hospeda numerosos monasterios y muchas iglesias".
La Asamblea sostuvo la necesidad de que "las autoridades políticas y religiosas, asumiendo las propias responsabilidades, se esfuercen por llevar mayor serenidad a la vida civil y religiosa de la ciudad. Pedimos a las fuerzas del orden de aplicar las justas sanciones a los responsables con el fin de impedir la repetición de tales actos insensatos".
"Jerusalén -concluyó- debe permanecer como la patria de los creyentes de todas las creencias y no rehenes de grupos radicales".
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