"Occidente debe dejar de llenar a Ucrania de armas". Incluso antes de llegar a la reunión de Ministros de Asuntos Exteriores del G20, el jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, utilizó sus perfiles en las redes sociales y una entrevista con Globo como megáfono para dar voz a las posiciones de Moscú sobre la guerra en Ucrania, alimentando las tensiones con el bloque de los países occidentales que apoyan a Kiev, y polarizan el ambiente de la cumbre, la primera de alto nivel bajo la presidencia brasileña.
Una cita, la que tuvo lugar en Río de Janeiro, en parte ensombrecida por la crisis diplomática entre los gobiernos de Lula da Silva y Benjamín Netanyahu, con el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que en su visita de hora y media al líder sudamericano, por la mañana en Brasilia, no dejó de expresar su decepción por las acusaciones de "genocidio" en Tel Aviv y la comparación con el nazismo.
Tensiones que el ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Mauro Viera, intentó calmar en la apertura del encuentro, presentando el foro como un lugar "donde países con visiones opuestas pueden sentarse a una mesa para un diálogo fructífero".
Un formato para debatir la guerra de Ucrania y el conflicto de Gaza para buscar una solución política para la paz, porque -según subrayó- es "inaceptable que el mundo supere el umbral de los 2 billones de dólares en gastos militares, mientras que los destinados a luchar contra el cambio climático no alcanza los 100 mil millones de dólares al año, o el 5%".
La voluntad de poner sobre la mesa una línea de "moderación y equilibrio, dentro de la firmeza de la posición atlántica", fue expresada por el viceministro de Exteriores de Italia, Edmondo Cirielli. El representante de la Farnesina, aunque definió a Lavrov como servidor "de un tirano", que "intenta defender lo indefendible", se dijo dispuesto a "utilizar todas las capacidades de Italia para intentar calmar el clima".
También combatió contra Moscú en el expediente de Ucrania, recordando el sacrificio del activista anti-Kremlin Alexei Navalny, el ministro británico David Cameron, con el apoyo de colegas occidentales, como el francés Stéphane Séjourné y la alemana Annalena Baerbock.
Mientras que los BRICS, con el viceministro chino Ma Zhaoxu, el jefe de la diplomacia sudafricana Naledi Pandor, y el indio Vellamvelly Muraleedharan, no se quedaron a escucharlo.
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