"Creo que deberíamos pedirle a Qatar, que alberga y financia a Hamás, y acoge a sus líderes, que garantice la liberación del resto de nuestros rehenes", dijo el líder del Estado judío.
Netanyahu también se refirió a algunos "factores internos y externos" que, según dijo, le habrían impedido actuar contra la amenaza planteada por Hamás antes del ataque lanzado por los milicianos el pasado 7 de octubre contra Israel.
Entre ellas mencionó el hecho de que la destrucción de Hamas requeriría "el sacrificio de cientos de nuestros soldados y muchas víctimas entre la población palestina", así como un consenso interno o internacional para llevar a cabo ese tipo de operación.
Si, por un lado, el primer ministro israelí afirmó haber denunciado el peligro de Hamás para el mundo y no haber sido escuchado, por otro, en cuanto a su responsabilidad por lo ocurrido el 7 de octubre, habló de un fracaso general del gobierno del Estado judío respecto a la "misión de proteger a nuestro pueblo" y añadió que "todos nosotros tendremos que responder preguntas al final de la guerra", pero por el momento es necesario centrarse sólo en la "victoria total".
Respecto a la posibilidad de una extensión del conflicto que implique a milicianos de Hezbolá, afirmó que "les corresponde" decidir.
Por último, para Netanyahu, los 100.000 ciudadanos israelíes que abandonaron sus hogares a lo largo de la frontera norte con Líbano "regresarán cuando las fuerzas de Hezbolá sean retiradas" de la zona "por medios diplomáticos o militares".
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