A su juicio, "la cultura en el mundo se ha domesticado mucho, se ha convertido en un arte educativo, edulcorado, en una expresión artística que pretende sembrar las opiniones correctas, lo políticamente correcto. Es un arte muy aburrido y un arte bueno".
En cambio, "la literatura venezolana está tomada por la ferocidad, la perversión, lo oscuro, lo misterioso".
Esto se debe a que "vivimos en el infierno y no queremos hacer una literatura educativa, queremos hacer una literatura poderosa que sacuda las conciencias humanas", subraya Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967), que vive desde hace 28 años en España.
Autor de novelas como "Roman de la isla Bararida" y "Arena negra", Libro del año en Venezuela en 2013, y de varios libros de cuentos, opina que "queremos ser incorrectos porque sabemos que los que nos ofrecieron el cielo nos dieron el infierno".
Y considera que "la función de la literatura no es sumarse al poder, sino perturbarlo y contradecirlo".
No cree que la literatura vaya a cambiar la política, "pero a lo mejor podemos sobrevivir a ella".
De la situación actual en Venezuela "lo peor son las familias que no se pueden abrazar" y dice conformarse con "vivir con todas las imperfecciones de la democracia, y que haya hospitales y escuelas".
Y subraya: "El mal y la dictadura nos dispersó por el mundo.
Y el bien y el Festival Hispanoamericano de Escritores (FHE) nos ha juntado, aunque sea por una semana".
Méndez Guédez es uno de los 24 escritores de Venezuela que participan en el VI FHE desde el lunes y hasta mañana en Los Llanos de Aridane (La Palma, Canarias) con su país como invitado.
Entre ellos se encuentran José Balza, a quien Méndez Guédez considera su "gran maestro", Igor Barreto, Silda Cordoliani y Alberto Barrera Tyszka.
Méndez Guédez está escribiendo ahora una novela negra de un calabrés que se ve obligado a huir de Calabria y termina en una cárcel venezolana.
"Me pregunté qué podría ser un infierno para un calabrés y se me ocurrió una cárcel venezolana, sin entender él además por qué ha acabado allí".
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