Cuando jugaba en el equipo de su ciudad natal, el Villa d'Adda, a los once años, fue comprado por un equipo profesional.
Allí conoció a un director deportivo "depredador en serie", que se coló en su vida y la de su familia.
Hoy Vincenzo, salido de la pesadilla, ha decidido contar su historia de abuso, en el documental dirigido por Roberto Orazi que tiene, entre muchos méritos, el de relatar, paso a paso, cómo detrás de una persona amable que parece tener una auténtica pasión por tu hijo, incluso profesional, puede esconderse un monstruo.
"Para mí esta película fue un paso importante. Después de veinticinco años he conseguido contar a todo el mundo, sin distinción y con eficacia, lo que he intentado decir durante mucho tiempo, incluso de forma equivocada, sin encontrar público", afirma Vincenzo Fuoco.
Hace referencia, como se ve en el documental, a la dificultad de superar ese trauma, nunca compartido con nadie, pero exorcizado con el uso de drogas, psiquiatría, el deseo de suicidarse y también, finalmente, de matar a su depredador torturador.
"Cuando empezamos a promocionar el estreno del documental, lo que más me agradó fue que las personas que se acercaron a mí eran sobre todo aquellas que tenían un dolor muy grande e íntimo internamente. Lamentablemente es difícil enfrentarse a este tipo de personas que han tenido un pasado como el mío: cada uno de ellos se siente único y solo en el dolor que todavía duele demasiado. Lo importante para mí no es sólo castigar a los culpables, sino también dar apoyo", explicó Fuoco.
"La génesis del proyecto nació del encuentro con la periodista Daniela Simonetti, que había escrito el libro 'Impunitá di gregge' (Impunidad colectiva) en el que denunciaba casos de abusos en todos los deportes", destacó, por su parte, el productor, Riccardo Neri.
"Cuando ya estábamos intentando entender cómo y con quién hacer la película, Daniela recibió una carta sorpresiva de Vincenzo que nos convenció de que la historia que queríamos contar era la suya. Sin embargo, tomó algún tiempo ganarse la confianza de Vincenzo Fuoco, quien, con razón, tuvo que encontrar la serenidad dentro de sí mismo para contar su historia. Nosotros - concluye Neri - sólo tuvimos que esperar hasta comprender que estaba preparado. Luego pasamos a la producción".
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