La situación más grave se registra en Gales, donde no faltan polémicas por la falta de preparación atribuida al gobierno y a los servicios de emergencia locales, pero también en varios condados del centro y norte de Inglaterra, en Escocia e Irlanda.
Se han emitido decenas de avisos por el desbordamiento de numerosos cursos de agua, mientras, en los territorios más septentrionales, a los problemas provocados por el fuerte viento se suma el de la nieve. La población de las zonas más afectadas ha sido advertida de riesgos potencialmente mortales debido a las inundaciones (que no salvan a la capital gala).
Las líneas ferroviarias del Great Western Railway están prácticamente paralizadas en las zonas afectadas, mientras se multiplican las medidas relativas al cierre preventivo de varias escuelas y se informan aquí y allá de cortes de electricidad en los hogares. En una docena de lugares de Gales finalmente se les ordenó hervir el agua antes de beberla, debido a daños en las tuberías y fugas.
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