"Del amor al odio hay un paso/Por acá no vuelvas, hazme caso/Cero rencor bebé/Yo te deseo que: te vaya bien con mi supuesto reemplazo", dice un aparte de la letra del tema de la cantante colombiana más global.
La canción la realizó en compañía del DJ argentino Bizarrap y ya supera los 100 millones de visualizaciones en YouTube, tres días después del lanzamiento.
El tema estuvo precedido por una gran expectativa porque se sabía que sería el tercero de la cantautora tras el rompimiento con su pareja, el exjugador de fútbol español Gerard Piqué, de manera que una vez sonada generó un torbellino de reacciones en favor y en contra de la artista.
Pero más allá de las posiciones sobre lo cantado y contado por Shakira en su canción, una de las evidencias es que la gran artista se bajó de su pedestal de diva mundial para componer y relatar cómo lo harían muchos de sus colegas locales de "música de despecho", quienes no gozan tanta fama.
La "música de despecho" es un género colombiano que se canta con guitarras y en ocasiones con acordeón, cuya sonoridad es una suerte de mezcla entre ranchera mexicana y música campesina andina, plagada de letras de amargura que hablan de desamor, rupturas, traición y pérdida.
Suena en cantinas de todo el país, se consume entre copas de aguardiente y tiene su propio "Rey", el recién fallecido Darío Gómez; y su "reina", la cantante Arelis Henao, las cabezas de una industria discográfica que mueve a millones y llena locales con ídolos de todas las edades.
"La música del despecho se convierte en el portavoz de las desilusiones no dichas, o mejor, dichas sin elegancia, quizá con extravagancia, sin maquillajes, donde las pasiones no son "simulacros" de la existencia, sino que hacen parte de la existencia misma", sostuvo el académico Adolfo Albán Achinte, en un artículo titulado "Música del despecho: ¿El sentimentalismo de lo popular?".
Albán Achinte, doctor en estudios culturales, en su análisis recordó que el país ha vivido la dicotomía del arte culto y el arte pobre desde tiempos coloniales, y la música ha sido el escenario de esa disputa, en la que cada vez gana más terreno lo popular traducido en canciones que no solo le cantan al dolor sentimental, sino que reflejan a un país traumatizado.
El académico precisó que al desamor en Colombia se le llama "tusa", que aclaró no es ni nostalgia ni melancolía, es dolor puro y duro acompañado de "rabia y desengaño por la imposibilidad de recuperar lo perdido", de allí las letras cargadas de resentimiento hacia el otro.
El psiquiatra colombiano, Alvaro Franco Zuluaga, señaló hoy a Blu Radio que la "tusa" es una "ruptura afectiva que genera una situación muy traumática desde el punto de vista sicológico", que lleva al descorazonado a recorrer el camino de la incertidumbre, la angustia, la tristeza y finalmente la aceptación, antes de lograr sofocar su pena de amor.
Lo de Shakira y su éxito global no es solo una canción de despecho, es también una muestra de los tiempos actuales, de un feminismo que se revela ante el silencio y que de manera directa dice lo que siente, pues no son los hombres los únicos dueños de la nostalgia.
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