Los relatos de familia, los llamados "Amarcord" en Italia, muchos este año en concurso en el Festival de Venecia, sólo pueden ser creíbles cuando los elementos autobiográficos, los recuerdos, no priman demasiado sobre el relato, lo que en definitiva es interesante sólo para quien lo cuente.
En Italia, se les suele definir como "Amarcord" a los films que versan sobre los recuerdos.
Es un neologismo del cineasta Federico Fellini, pero que procede de la contracción de "A m'acord", que es el modo en que se pronuncia "Io mi ricordo" (me acuerdo) en la región de Emilia Romaña.
El riesgo de ser un auténtico "Amarcord" es el que tuvo que afrontar "Immensitá", de Emanuele Crialese, una película que compite por el León de Oro, en la que el director echa mano a la historia de una familia, que le guiña un ojo evidentemente a la suya, en una Roma de los setenta, en pleno auge económico, entre miles de obras en construcción, una salvaje Raffaella Carrà en un televisor todavía en blanco y negro y mucho, mucho optimismo.
Precisamente ese optimismo que no está en la familia Borghetti, compuesta por Clara (Penélope Cruz) y Felice (Vincenzo Amato) y por sus tres hijos adolescentes, entre los que destaca la mayor, Adriana (Luana Giuliani), una chica vivaz, capaz de tragar ostias como caramelos, pero que tiene un pequeño problema en un país todavía cerrado a ciertas cosas: no se siente en absoluto una mujer, le gusta que la llamen Andrea y se viste como un hombre.
La familia Borghetti tiene una buena situación económica, como tantas, con una madre niña y alocada, entregada a sus tres hijos, especialmente desde que descubrió que su esposo, Felice, es un infiel en serie que ya no oculta sus traiciones.
Es cierto, Clara canta y baila con sus hijos "Rumore", de Carrà, en su gran cocina y prepara, cuando hace falta, los almuerzos institucionales con familiares y amigos, pero ni siquiera identificarse demasiado con las variedades del sábado por la noche la salva.
En "L' Immensitá", por lo tanto, es central la figura de Adriana, casi la narradora de este film, signado por el resplandor propio de las obras de Crialese, pero esta vez más tibio.
La joven, de hecho, verdadera líder entre los hermanos, tiene una relación con una vecina, inicia inocentes aventuras, pero pronto queda claro que a ella, tan rara y heterogénea, le espera un futuro artístico.
Lo cierto es que esta película "sobre la memoria" tan deseada, pero siempre pospuesta "para tomar la distancia necesaria", como todos los "Amarcord", está repleto de legítima melancolía.
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