Este viaje de cuatro días de Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años, se produce mientras la ofensiva arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump ha tensado las relaciones entre Washington y Brasilia.
Por su parte, Tokio, aliado clave de Estados Unidos, no ha logrado obtener una exención de los aranceles estadounidenses sobre el acero y se prepara para nuevos gravámenes que afectarían al sector automotriz.
Ambos países podrían verse afectados por los aranceles "recíprocos" que Washington amenaza con imponer a principios de abril.
"Todos aquellos que hablaban de libre comercio ahora practican el proteccionismo", lamentó Lula ante periodistas japoneses antes de partir hacia Tokio.
"Ese proteccionismo es absurdo", agregó el presidente brasileño, que llegó al archipiélago nipón acompañado por una delegación de más de un centenar de representantes empresariales.
Se trata de la tercera visita de Lula a Japón, la cuarta economía mundial, como presidente de Brasil.
Una ceremonia de
bienvenida tendrá lugar el martes en el Palacio Imperial de
Tokio, seguida de un banquete de Estado esa misma noche.
El presidente brasileño y el primer ministro japonés,
Shigeru Ishiba, deberían acordar el miércoles un plan de acción
bilateral que incluiría el desarrollo conjunto de
biocombustibles en el marco de la cooperación climática.
Brasil
será anfitrión de la COP30 en noviembre.
Este plan de acción también podría prever visitas mutuas de
los líderes de ambos países cada dos años, según informaron la
agencia de noticias Jiji Press y el diario Yomiuri Shimbun.
Ambos dirigentes también deberían acordar su apoyo al libre
comercio en oposición a la política proteccionista del señor
Trump, indicaron medios japoneses.
Otro de los puntos delorden del día será la reanudación de
las conversaciones para un acuerdo de libre comercio entre
Mercosur y Japón.
Por su parte, Tokio espera que unos lazos bilaterales más
estrechos impidan que Brasil se acerque demasiado a China y
Rusia, con quienes comparte espacio dentro del bloque
diplomático BRICS, señala Jiji Press.
Ya existen lazos estrechos entre Japón y Brasil, que alberga
la mayor diáspora japonesa del mundo, fruto de una inmigración
masiva a principios del siglo XX.
El año pasado, el gobierno de Lula presentó unas disculpas
históricas por la persecución a inmigrantes japoneses durante y
después de la Segunda Guerra Mundial.
Miles de personas que vivían en la costa de San Pablofueron
expulsadas de sus tierras en 1943, mientras que al menos 150
inmigrantes japoneses y sus hijos fueron encarcelados en una
isla remota.
Pedir disculpas es "lo mínimo que podemos hacer para
reconocer nuestros errores del pasado", reafirmó Lula antes de
su viaje a Japón.
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