El Abarth 595, un modelo de Fiat, acaba de cumplir sesenta años: un coche pequeño, pero con un perfil muy afilado, otro emblema del Made in Italy.
En septiembre de 1963, Carlo Abarth presentó al mundo el Fiat-Abarth 595, basado en el Fiat 500 D. El recién llegado tomó su nombre de su cilindrada, que se había incrementado gracias al trabajo en los cilindros y pistones, así como gracias al uso de materiales completamente nuevos.
A primera vista, el 595 del fabricante Scorpion se distinguía del Fiat 500 D por fuera por una parrilla delantera perforada tipo 850Tc, por las letras Fiat Abarth 595 en metal brillante en la parte trasera y en el capó y por el ' Inscripción 'Campeón del Mundo' en el lado derecho, en referencia a los récords alcanzados por las creaciones de los talleres de Corso Marche.
El alma de carreras del modelo quedó aún más subrayada por el cárter de aceite de aluminio de gran tamaño que sobresalía bajo la fascia trasera y, sobre todo, por el silenciador deportivo de doble salida tipo Record Monza. El resultado de estas medidas fue un coche pequeño pero especialmente agresivo y ruidoso que tenía un 30% más de potencia que la versión original, 27 CV a 5.000 rpm y una velocidad máxima de 120 km.
Como evolución natural del 595, Carlo Abarth presentó el Fiat-Abarth 695 en el Salón del Automóvil de Ginebra en marzo de 1964, siguiendo ese concepto de actualización técnica que pronto se convirtió en un pilar de la tradición Abarth.
Posteriormente, el fenómeno de los kits de conversión permitió introducir las principales mejoras de Abarth en los coches Fiat de serie, transformándolos tanto mecánica como estéticamente.
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