Roma y Lazio "velan las armas" para una nueva edición del Derbi de la capital que animarán este domingo en un Estadio Olímpico que se anticipa colmado por la expectativa que genera el duelo excluyente de esta decimonovena jornada del campeonato italiano que se puso en marcha este sábado.
Mientras Napoli disfruta de la cima en soledad tras golear por 3-0 a domicilio a Fiorentina e Inter y Milan palpitan la final de la Supercopa que animarán en Riad el lunes tras vencer a Atalanta y a Juventus (que postergaron su partido entre sí en el campeonato al igual que aquellos), Roma no duerme.
Las horas parecen pasar en cámara lenta para los aficionados que quisieran que se jugase ya mismo el clásico de la "Ciudad Eterna", que finalmente será arbitrado por Luca Pairetto, reemplazante del designado Marco Guida, según confirmó hoy la Asociación Italiana de Árbitros (AIA) sin especificar los motivos de la imprevista modificación.
Como para que la espera se haga más larga aún, el partido entre una Lazio que supo infligirle a Napoli una de sus dos derrotas en el torneo y que a punto estuvo de superar también a Atalanta y una Roma que marcha a 15 puntos de distancia, el Derbi volverá a jugarse en horario nocturno por primera vez después de seis años.
"Son partidos que escapan a toda lógica", afirmó Claudio Ranieri, arribado a la Roma para apagar el incendio y convertirse en su tercer entrenador en este campeonato (tras los despidos de Daniele De Rossi y del croata Ivan Juric), al mando del cual el plantel "giallorosso" parece haber recuperado el rumbo tras un inicio de temporada para el olvido.
Un Ranieri al que se encomiendan los fanáticos de la Roma que celebraron cuatro victorias frente a Lazio en otros tantos clásicos en los que condujo a su plantel en los dos ciclos anteriores y quien apeló a una máxima en el fútbol que indica que, más allá de la situación en la que lleguen los rivales, estos partidos no tienen favoritos.
La Lazio de Marco Baroni tratará de romper con esa lógica para refrendar que llega en mejores condiciones, empujada por el aliento de su público, que hoy volvió a decir presente en el último entrenamiento previo en Formello, al que concurrieron cerca de 7 mil fanáticos que solamente sueñan con ganar.
También los de la Roma le expresaron su apoyo en Trigoria hace algunos días a un plantel que, según afirmó Ranieri "está nuevamente en ruta de navegación, aunque todavía no desplegó las velas, pero espero que lo haga más temprano que tarde", auguró el experimentado DT que a diferencia de su colega prefirió transcurrir las horas previas aislando a sus jugadores.
Según se anuncia, Roma presentaría los mismos once que vienen de empatar en un gol con Milan en San Siro en la fecha anterior, razón por la cual el capitán Lorenzo Pellegrini volvería a ser suplente y la cinta pasaría a manos de Gianluca Mancini, en un plantel en el que sólo faltará el mediocampista Bryan Cristante.
Dos campeones mundiales argentinos: Paulo Dybala (artífice de aquel empate) y Leandro Paredes, y un campeón mundial alemán (en Brasil 2014), Mats Hummels, serán parte de esa formación inicial en el equipo "giallorosso" en el cual Ranieri espera seguir viéndolos cuando se cierre un mercado de pases en el que algunos clubes parecen querer quedarse con la "Joya" de la Roma.
Otro argentino, Matías Soulé, espera su oportunidad en el banco de suplentes, mientras que su compatriota de Lazio, Valentín Castellanos, intentará extender su cosecha de siete goles en el campeonato y qué mejor oportunidad para hacerlo que en un clásico como el de mañana, que se perderá por lesión el uruguayo Matías Vecino.
Tampoco serán de la partida en el equipo de Baroni los españoles Pedro y Patric, también lesionados, rubro en el que Manuel Lazzari, Gaetano Castrovilli y el neerlandés Tijjani Noslin estarán en duda hasta último momento y obligaron al DT a sumar a la lista al albanés Elseid Hysaj y al croata Toma Basic.
"Hay que vivir con estos partidos con emoción y contagiarla a quienes nos miran, sufren y viven esta pasión y eso sólo puede lograrse dejando en la cancha hasta la última gota de sudor porque es el mejor regalo que podemos darle a nuestros aficionados, que nos acompañaron incluso cuando no podían ingresar al estadio", resumió Baroni.
"Se respira un aire diferente en Roma por estos días y es porque sabemos lo que este partido significa para ambas parcialidades.
Es pasión en su más puro estado y Roma tiene una pasión distinta a todas las demás", completó el entrenador de cara al que será su primer clásico de la capital.
Similares conceptos de Ranieri, según el cual "siendo hincha, el clásico representa todo, es algo distinto a todo y eso es lo que te impulsa a tratar de ganar. Para nosotros será un desafío porque Lazio está atravesando un momento excepcional y es un equipo temible, aunque cada clásico es una historia en sí misma".
"Hemos comprendido que somos un equipo con algunos defectos que debemos eliminar", dijo sobre la Roma, al destacar también que "jamás prometo nada, salvo trabajo y sacrificio" y reconocer que "los aficionados siempre nos apoyaron", antes de recordar: "Suele decirse que a la Roma no se la discute, se la ama y yo siempre la he amado".
Sobre la ausencia de Pellegrini en el once inicial, Ranieri reconoció que es el jugador a recuperar y aseguró que eso no se logra apenas jugando bien un clásico: "Creo que es uno de los mejores mediocampistas de Europa, pero sufre más que nadie la presión de los aficionados y eso lo limita y le impide desplegar su talento".
Baroni considera que la llegada de Ranieri ("una persona maravillosa, que me dirigió en Napoli", recordó) revitalizó a la Roma, que "convirtió el doble de los goles que convertía hasta entonces y que en sus últimos cinco partidos sumó los mismos puntos que nosotros. Será un derbi equilibrado ante un rival de cuidado y por eso será todavía más emocionante".
"Los clásicos con clásicos. Es como la Navidad, un día distinto a todos", resumió en la previa de un duelo que comenzó a ser monitoreado desde hoy en las adyacencias del Olímpico para prevenir cualquier tipo de incidentes y para que lo que debe ser una fiesta, termine siéndolo pase lo que pase en la cancha.
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