El chef siciliano Accursio Craparo llevó hoy platos inspirados en un volcán submarino de su isla y en el Etna, "la mamma de Sicilia", dijo a ANSA, al III Congreso internacional de cocinas y ecosistemas volcánicos, Worldcanic, que se celebra en Lanzarote (Canarias).
Craparo, del restaurante Accursio, con una estrella Michelin, en Modica (Sicilia), destaca que las cocinas volcánicas se caracterizan porque sus productos "son cultivados en territorios no contaminados por el hombre. Son tierras salvajes que además cambian continuamente".
El cocinero creció entre volcanes al ser originario de Sciacca, "un pueblo del suroeste siciliano rodeado de volcanes apagados, algunos submarinos, como el que generó con sus explosiones la isla de Ferdinandea", ya sumergida, a unos cinco metros por debajo de la superficie del mar.
Allí iba de pequeño con sus abuelos y después a hacer inmersiones en la barrera coralina, para las que se ha inspirado en el primer plato que presentó en Worldcanic, que durante tres días reúne a profesionales de entornos volcánicos de diferentes partes del mundo.
Su plato fue "un arancino que quería ser erizo de mar", a base de arancino de arroz, caldo de gambas, harina de caldo de pescado y tinta de sepia que freída a alta temperatura le otorga las "espinas" a su peculiar erizo.
Los colores de la barrera coralina volcánica se lo dan una salsa naranja a base de crema de calabaza, una verde con pistacho y verduras silvestres y una marrón a base de mozzarella de búfala.
Su segundo plato fue un homenaje al Etna, "la mamma de Sicilia, que nos tiene despiertos a todos y nos da los buenos días cada mañana", dice sobre el volcán, que entró en erupción por última vez el 12 de noviembre.
Se trata de "alcachofas con cenizas del Etna", elaborado con sal negra y sésamo negro de Ispica (Sicilia), "una variedad que se había cultivado siempre, pero que se perdió y ahora felizmente se está recuperando".
En Sicilia, subrayó, "se juntan el agua y el fuego, productos del mar y de la tierra", subrayó.
La isla, apuntó, "es un pequeño continente, ya que en pocos kilómetros cambia la vegetación, los productos, las tradiciones.
Una morfología que va acompañada por la suerte de, históricamente, haber tenido una relación con muchos pueblos y cada uno de ellos ha aportado algo a nuestra cultura".
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