Por eso, el Día Mundial de la Meteorología 2025, que se celebra hoy, está dedicado a los sistemas de alerta temprana, que aumentaron en los últimos años pero aún no son suficientes para garantizar la seguridad de muchos países.
Al mismo tiempo, comprender el cambio climático es un desafío de investigación.
Aunque para ello se utilizan potentes
herramientas como los superordenadores y la inteligencia
artificial, los científicos saben que avanzan "hacia un terreno
desconocido", como afirma a ANSA Dino Zardi, profesor de Física
Atmosférica de la Universidad de Trento y vicepresidente de la
Asociación Italiana de Ciencias Atmosféricas y Meteorología
(Aisam).
Instituido por las Naciones Unidas para celebrar el
nacimiento de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que
tuvo lugar el 23 de marzo de 1950, el Día de la Meteorología ha
sido dedicado varias veces al cambio climático, pero este año
hay un llamado a la acción para cerrar la brecha que separa a
los países que organizaron sistemas de alerta para salvaguardar
a la población y los que aún no lo tienen.
Hay avances, tanto es así que en nueve años los países que
crearon sistemas de alerta temprana casi se duplicaron: de 52 en
2015 a 108 en 2024.
"Ahora es el momento de actuar", escribe la OMM en su sitio
web.
"Al cerrar juntos la brecha de alerta temprana, podemos
crear un mundo más seguro y resiliente", agrega.
El objetivo es acelerar la implementación de la iniciativa
Alertas Tempranas para Todos, lanzada por la ONU en 2022, según
la cual todos los países deben tener un sistema de alerta
temprana para finales de 2027.
"A la luz de la nueva realidad climática, los sistemas de
alerta temprana no son un lujo, sino bienes esenciales e
inversiones válidas, que ofrecen un rendimiento casi diez veces
mayor", observa el Secretario General de las Naciones Unidas,
António Guterres, en el sitio web de la OMM.
La experiencia italiana demuestra también que los sistemas
de alerta funcionan, observa Zardi refiriéndose a los recientes
acontecimientos meteorológicos que azotaron la región de
Toscana.
"Los fenómenos de gran escala se visualizan fácilmente",
aunque "no siempre es fácil cuantificar la cantidad de
precipitación: las evaluaciones - observa - están sujetas a
incertidumbres que intentamos reducir con la investigación".
Ciertamente, añade, "el cambio climático nos lleva a
situaciones nunca antes vividas, a regímenes meteorológicos
nunca explorados: avanzamos hacia un área desconocida".
En esta nueva página de la meteorología, sin embargo, los
investigadores tienen a su disposición potentes herramientas
como la supercomputación y la inteligencia artificial: les
permiten "procesar escenarios en tiempo real, compararlos y
derivar previsiones basadas en situaciones ya vistas".
Así se trabaja, por ejemplo, con la supercomputadora del
Centro Europeo de Meteorología con sede en Bolonia, Italia,
donde "todos los sistemas de previsión se comprueban
diariamente" para saber si se cometieron errores y dónde, y
corregirlos en consecuencia.
Sin embargo, las máquinas no son suficientes.
"Necesitamos jóvenes que decidan centrarse en la
meteorología.
Esta disciplina es uno de los frentes avanzados
para la salud del planeta y es importante que los jóvenes
consideren la posibilidad de elegir cursos de formación en este
campo", concluye Zardi.
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