Un agujero negro sin precedentes se esconde en la Vía Láctea a sólo 2.000 años luz de distancia, hasta ahora inadvertido.
Se trata del agujero negro más masivo de nuestra galaxia nacido del colapso de una estrella, con una masa 33 veces mayor del Sol, y fue identificado gracias a los datos recopilados por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea.
El descubrimiento, publicado en la revista Astronomy and Astrophysics, fue liderado por el centro nacional francés de investigaciones científicas, el Cnrs, y contó también con la colaboración del Instituto Nacional de Astrofísica, la Agencia Espacial Italiana y las universidades de Catania, Turín y Padua y la Escuela Internacional de Estudios Avanzados de Trieste.
Los agujeros negros de este tipo previamente identificados en la Vía Láctea tienen en promedio unas 10 veces más masa que el Sol, e incluso el segundo más grande conocido, llamado Cygnus X-1, alcanza sólo 21 masas solares, lo que hace que este nuevo descubrimiento sea excepcional.
"Nadie esperaba encontrar un agujero negro de tanta masa acechando cerca, hasta ahora sin ser detectado", comenta el italiano Pasquale Panuzzo del CNRS, que dirigió el estudio.
"Este es el tipo de descubrimiento que se hace una vez en la vida como investigador", sostiene.
La observación fue luego confirmada por varios telescopios terrestres, incluido el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile, que también reveló varias características clave de la estrella compañera del agujero negro, llamada 'Gaia BH3'.
Las estrellas emparejadas, de hecho, tienden a tener composiciones similares y, por tanto, la composición de una también proporciona información importante sobre la otra. Los datos muestran que su compañero es muy pobre en metales pesados, lo que confirma la teoría de que estos agujeros negros muy masivos se forman a partir de estrellas pobres en metales, que pierden menos masa durante su vida y, por lo tanto, les queda más material cuando mueren.
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