/ricerca/americalatina/search.shtml?any=
Muestra menos

Se hai scelto di non accettare i cookie di profilazione e tracciamento, puoi aderire all’abbonamento "Consentless" a un costo molto accessibile, oppure scegliere un altro abbonamento per accedere ad ANSA.it.

Ti invitiamo a leggere le Condizioni Generali di Servizio, la Cookie Policy e l'Informativa Privacy.

Puoi leggere tutti i titoli di ANSA.it
e 10 contenuti ogni 30 giorni
a €16,99/anno

  • Servizio equivalente a quello accessibile prestando il consenso ai cookie di profilazione pubblicitaria e tracciamento
  • Durata annuale (senza rinnovo automatico)
  • Un pop-up ti avvertirà che hai raggiunto i contenuti consentiti in 30 giorni (potrai continuare a vedere tutti i titoli del sito, ma per aprire altri contenuti dovrai attendere il successivo periodo di 30 giorni)
  • Pubblicità presente ma non profilata o gestibile mediante il pannello delle preferenze
  • Iscrizione alle Newsletter tematiche curate dalle redazioni ANSA.


Per accedere senza limiti a tutti i contenuti di ANSA.it

Scegli il piano di abbonamento più adatto alle tue esigenze.

Veinte años de la muerte de Karol Wojtyla

De joven seminarista salvó a una niña judía. La historia del decano de los vaticanistas

ROMA, 26 marzo 2025, 17:09

Por Fausto Gasparroni

ANSACheck
Veinte años de la muerte de Karol Wojtyla - TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Veinte años de la muerte de Karol Wojtyla - TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Por Fausto Gasparroni - El miércoles 2 de abril se cumplirán 20 años de la muerte de Juan Pablo II, el Papa que se convirtió en santo y cambió el curso de la historia.

Y en vísperas del aniversario, son varias las publicaciones que conmemoran la figura y la vida de este "gigante" de la Iglesia.


    Más allá de los análisis y recuerdos, sin embargo, hay uno en particular, "Karol. Il Papa che ha cambiato la storia" ("Karol. El Papa que cambió la historia") (Ed. Il pozzo di Giacobbe, pp. 156, 17,00 euros), del decano de los vaticanistas Gian Franco Svidercoschi, ex subdirector del Osservatore Romano, que ofrece también detalles e implicaciones de la vida de Wojtyla que han permanecido inéditos.
    En concreto, entre los capítulos que abordan la época del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, el autor relata un episodio prácticamente desconocido, cuando en 1945, siendo un joven seminarista, Karol salvó a un adolescente judío. Un acontecimiento que, como muchas otras cosas en la vida del Papa polaco, adquiere sin duda un significado todavía muy relevante en el clima actual.
    En ese momento, el Ejército Rojo había lanzado el ataque decisivo desde el Este. El 17 de enero había conquistado Varsovia y casi simultáneamente las tropas soviéticas habían entrado en Cracovia. Y pronto la ciudad se llenaría de refugiados, que llegaban de ciudades y pueblos destruidos o que salían de los campos de concentración.
    En aquellos días Karol se dedicaba con los demás seminaristas a reparar los daños sufridos por el arzobispado, y una vez concluida la obra había pedido ir a Czestochowa, por la necesidad de rezar a la Virgen Negra y regenerarse.
    En el camino de regreso, cuando cambió de tren en la estación intermedia de Jedrzejow, vio una escena desgarradora en la calle: una niña con el uniforme a rayas de los campos de concentración nazis, tendida en el suelo, incapaz de moverse.
    "Tengo hambre", le dijo en voz baja. Karol le encontró té caliente, pan y queso, que la niña devoró furiosamente. Su nombre era Edith. "Edith ¿y luego?" -preguntó Wojtyla. "Edith Zierer", respondió ella, con los ojos llenándose de lágrimas.
    Hacía mucho tiempo que nadie me llamaba por mi nombre. Ahora solo era un número.
    Karol, como la mayoría de los polacos, todavía no sabía nada sobre los campos de exterminio y las cámaras de gas. Edith tenía 13 años y era judía. Su familia había vagado mucho tiempo por Polonia para escapar de las redadas nazis. Luego fueron arrestados y encerrados en un gueto.
    En el momento de la partida, cuando estaban destinados a ser deportados al campo de concentración de Plaszow, los padres y la hermana fueron subidos a un tren y Edith a otro.
    Luego fue trasladada al campo de Czestochowa, donde, como sabía alemán, la obligaron a trabajar en la producción de municiones. Y por eso sobrevivió. Hasta que llegaron los rusos, los "libertadores", pero Edith no confiaba en ellos, pues había oído que se llevaban a los judíos a Siberia.
    Y luego quiso encontrar a su familia, sin saber que sus padres habían acabado en las cámaras de gas de Dachau y su hermana en Auschwitz. Habiendo escapado en un tren que transportaba carbón, hambrienta, con frío, infestada de piojos, se arrojó en la parada de Jedrzejow, donde Wojtyla, el único que se detuvo para ayudarla, la encontró.
    Karol la recogió y la llevó a otra estación, por donde pasaban los trenes hacia Cracovia. En uno de estos lugares, Edith conoció a otros judíos, también procedentes de los campos de concentración nazis.
    Al ver que ella temblaba de frío, Karol se quitó su capa negra y se la puso sobre los hombros, pero entonces creyendo que era un sacerdote ordenado ("Mira, te hará encerrar en un monasterio") la muchacha empezó a desconfiar también de él, a pesar de que la había salvado.
    En Cracovia se apeó y se escondió detrás de unos tanques de leche. "Edyta… Edyta", la llamó Karol en polaco. Y a ella aquel sonido le pareció tan dulce que la convenció de salir, sin más temores.
    Ese hombre no podría haber querido hacerle daño. Y de hecho, habiendo llegado con dificultad al centro de la ciudad, la confió a una organización recién formada que se ocupaba de aquellos que habían escapado de los campos de exterminio, especialmente judíos, y que la acogería inmediatamente.
   

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA

Compartir

O utilizza