"Aún hoy, en el mundo, cientos de millones de menores están obligados a trabajar, y muchos de ellos están expuestos a trabajos particularmente peligrosos.
Ni hablar de los niños y
niñas que son víctimas de trata con fines de prostitución o
pornografía, y de los matrimonios forzados. Y esto es algo
realmente amargo", sostuvo.
Son muchas "las formas en que los niños sufren abusos y
maltratos". Y "el abuso a menores, sea cual sea su naturaleza,
es un acto despreciable, un acto atroz. No es simplemente una
lacra de la sociedad, no, es un crimen. Es una gravísima
violación de los mandamientos de Dios. Ningún menor debería
sufrir abusos. Incluso un solo caso ya es demasiado", agregó.
De aquí surge la necesidad de "despertar nuestras
conciencias, practicar la cercanía y la solidaridad concreta con
los niños y jóvenes abusados" y promover oportunidades de
"lugares seguros donde puedan crecer en paz", destacó.
El Papa menciona casos concretos que generan consternación y
horror: como el hecho de que en un país de América Latina se
"esclavice" a niños para la recolección de arándanos, porque "se
necesitan manos delicadas".
O el caso en Argentina de un joven secuestrado, del que no
se tienen noticias, y "una de las hipótesis es que fue enviado
para extraerle los órganos y realizar trasplantes. Y esto
ocurre, lo saben bien. ¡Esto pasa! Algunos regresan con
cicatrices, otros mueren".
Según Francisco, "combatir la explotación, en particular la
infantil, es el camino principal para construir un futuro mejor
para toda la sociedad". E invita a preguntarse: "¿Qué puedo
hacer yo? Antes que nada, debemos reconocer que, si queremos
erradicar el trabajo infantil, no podemos ser cómplices. ¿Y
cuándo lo somos? Por ejemplo, cuando compramos productos que
utilizan el trabajo infantil. ¿Cómo puedo comer o vestirme
sabiendo que detrás de esa comida o de esas prendas hay niños
explotados, que trabajan en lugar de ir a la escuela?".
Para el Papa, "ser conscientes de lo que compramos es un
primer paso para no ser cómplices. Ver de dónde provienen esos
productos". También exhorta a "llamar a las instituciones,
incluidas las eclesiásticas, y a las empresas a asumir su
responsabilidad: pueden marcar la diferencia al dirigir sus
inversiones hacia compañías que no utilicen ni permitan el
trabajo infantil".
"Muchos Estados y Organizaciones Internacionales ya han
promulgado leyes y directrices contra el trabajo infantil, pero
se puede hacer más. También animo a los periodistas -añade- a
hacer su parte: pueden contribuir a dar a conocer el problema y
ayudar a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien estas
cosas".
Francisco cierra su catequesis con una oración de Santa
Teresa de Calcuta por los niños y sus derechos. Pero la
verdadera conclusión llega con un pequeño momento espontáneo
después de la actuación de los artistas del circo Rony Roller en
el escenario: dos niños corren hacia el Papa, seguidos por sus
madres, y el Pontífice les regala caramelos, recordando: "Ellos
son los verdaderos protagonistas, ¿eh?".
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA