"Y ahora te rogamos: ¡acoge nuestro clamor! Necesitamos de tu mirada amorosa que nos invite a confiar en tu Hijo Jesús. Tú que estás dispuesta a acoger nuestros dolores, ven a ayudarnos en estos tiempos oprimidos por la injusticia y devastados por las guerras. - reza el Papa en la basílica romana -, seca las lágrimas en los rostros sufrientes de quienes lloran la muerte de sus seres queridos, de sus hijos, despiértanos del letargo que ha oscurecido nuestro camino y desarma nuestros corazones de las armas de la violencia".
Francisco continúa en oración: "Madre, dirige tu mirada materna a la familia humana, que ha perdido la alegría de la paz y el sentido de la fraternidad. Madre, intercede por nuestro mundo en peligro, para que aprecie la vida y rechace la guerra, cuidar de los que sufren, los pobres, los indefensos, los enfermos y los afligidos, y proteger nuestra Casa Común".
"Invocamos de ti, Madre, la misericordia de Dios, tú que eres Reina de la paz. Convierte las almas de quienes alimentan el odio, silencia el ruido de las armas que generan la muerte, apaga la violencia que arde en el corazón del hombre e inspira proyectos de paz en la acción de quienes gobiernan las Naciones.
María, Reina del Santo Rosario, desata los nudos del egoísmo y despeja las oscuras nubes del mal", pide el pontífice.
"Llénanos de tu ternura, levántanos con tu mano bondadosa y danos a los hijos tu caricia maternal, que nos hace esperar el advenimiento de una nueva humanidad", concluye.
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