Es paz, la palabra que el papa repite varias veces en el nuevo viaje internacional que lo llevó al corazón de Europa. Francisco no olvida que en estas horas si consuman graves conflictos, con muertes y destrucción y, entonces, nuevamente un llamado al diálogo y, en particular, solicita "honorables compromisos" porque, de otro modo, en el mundo, que Francisco define "enfermo de una peligrosísima esclerosis", no se tiene más memoria del pasado y se repiten "inútiles masacres".
Primera etapa del viaje es Luxemburgo, en el corazón de Europa, un país en el que la riqueza no está solamente en las estadísticas, con un PBI per capita de entre los más altos del mundo, pero también en los escaparates de las joyerías y tiendas de lujo que salpican el centro histórico. Francisco habla luego de la riqueza que hay que compartir. Un pensamiento incluso parra los migrantes y el Papa alaba al pequeño Gran Ducado:"Son un modelo", dice al referirse a la recepción y a la integración.
El papa Francisco partió hoy para este nuevo viaje. Un poco de cansancio se hace sentir luego del precedente periplo de doce días que lo llevó a la otra parte del mundo, a Asia y Oceanía.
Saluda a los periodistas, pero en forma diferente a lo habitual, no pasa por el pasillo a saludarlos uno por uno. "No me siento bien".
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, recogió las cartas y donaciones que estaban preparadas para él. Entre ellas además algunas cartas de inmigrantes que llegaron a Canarias, lugar que el Papa ya ha dicho que quiere visitar. Pero luego ocurrió algo fuera de programa en Luxemburgo: después del almuerzo, el papa Francisco fue a tomar un café a un bar, frecuentado principalmente por aficionados al ciclismo, con algunos de sus colaboradores.
Pero el foco principal sigue estando en este mundo dividido por conflictos que también llegaron al corazón de Europa. No los menciona, pero es probable que piense en Ucrania y Rusia cuando habla, ante las autoridades del país anfitrión, de las "consecuencias nocivas del endurecimiento de posiciones y de las actitudes egoístas, miopes o incluso persecución violenta de los propios intereses".
En lugar de ello, es necesario que "aquellos investidos de autoridad participen con perseverancia y paciencia en negociaciones honestas con miras a resolver disputas, con una mente dispuesta a identificar compromisos honorables, que no pongan en peligro nada y que, en cambio, puedan generar seguridad y paz para todos".
Hablando directamente a Luxemburgo, indica que "la riqueza es una responsabilidad" y pide no "descuidar a las naciones más desfavorecidas, sino más bien ayudarlas a recuperarse de sus condiciones de empobrecimiento". Por la tarde, el sumo pontífice se reunió con la comunidad católica en la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo y señaló las líneas guía de la Iglesia. Entre ellas destaca la "bienvenida" para "todos, todos, todos", como ha dicho varias veces.
Una visita corta, apenas ocho horas, pero llena de contenidos. A las 18, hora local, el Papa abandonó el Gran Ducado para dirigirse a Bruselas, segunda parada de su viaje al corazón de Europa.
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