Así lo subrayó -informó Vatican News- el arzobispo Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y las organizaciones internacionales en Ginebra, en su intervención en la segunda sesión del Grupo de Expertos Gubernamentales (GGE) 2024 sobre tecnologías emergentes en los sistemas de armas letales autónomas (Leys), que se desarrollará en ciudades suizas del 26 al 30 de agosto.
Citando el discurso del Papa Francisco sobre la Inteligencia Artificial ante los líderes del G7 reunidos en Italia, en Borgo Egnazia, el pasado 14 de junio, Balestrero recordó que el Pontífice les instó a "reconsiderar el desarrollo y el uso de dispositivos como las llamadas "armas autónomas letales" y, finalmente, prohibir su uso.
Esto parte de un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y adecuado. Ninguna máquina debería jamás optar por quitarle la vida a un ser humano".
Para el prelado, sin embargo, hoy los campos de batalla "se están convirtiendo también en campos de prueba para armas cada vez más sofisticadas".
La Santa Sede -continuó el arzobispo- aprueba y apoya el enfoque del grupo de expertos "al análisis de las funciones potenciales y de los aspectos tecnológicos de los sistemas de armas autónomos", porque identifica los sistemas "incompatibles con el derecho internacional humanitario y otras obligaciones internacionales existentes", podría ser de gran utilidad para establecer prohibiciones y restricciones, "teniendo en cuenta consideraciones éticas más amplias".
Para la Santa Sede, aclaró el observador permanente, "los sistemas de armas autónomos no pueden ser considerados entidades moralmente responsables".
De hecho, la persona humana, dotada de razón, "posee una capacidad única de juicio moral y de toma de decisiones éticas que no puede ser replicada por ningún conjunto de algoritmos, por complejos que sean".
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