"Sigo con dolor los combates en Ucrania y en la Federación Rusa", comenzó el Pontífice en el Angelus.
"Y pensando en las leyes adoptadas recientemente en Ucrania, temo por la libertad de quienes rezan, porque quienes de verdad rezan siempre rezan por todos", agregó.
Según Francisco, "uno no comete el mal porque reza. Si alguien hace el mal contra su pueblo, será culpable de ello, pero no puede haber cometido el mal porque rezó".
"Y luego que se deje rezar a quien quiera orar en lo que considera su Iglesia", afirmó.
"Por favor, que ninguna Iglesia cristiana sea abolida directa o indirectamente - es el llamamiento del Papa -. ¡Las Iglesias no deben tocarse!".
Quizás sea la primera vez, al menos desde el comienzo de la guerra, que Francisco cuestiona tan abiertamente una disposición del Estado ucraniano.
La referencia es al proyecto de ley no. 8371 "Sobre la protección del orden constitucional en el ámbito de las actividades de las organizaciones religiosas", firmada por el presidente Volodímir Zelensky, adoptada el pasado martes en segunda lectura por el Parlamento ucraniano, que prohíbe la actividad de "organizaciones religiosas afiliadas a Rusia en Ucrania" con referencia específica en el texto de la ley a las actividades de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
La Iglesia ortodoxa vinculada a Moscú, entre otras cosas, se había distanciado oficialmente de las declaraciones pro-invasión del patriarca Kirill al comienzo de la guerra, pero seguía siendo vista como intermediaria de la influencia del Kremlin, y las autoridades de Kiev dicen sospechar que algunos de sus miembros pueden estar colaborando con Rusia. En Ucrania opera otra Iglesia ortodoxa, autocéfala y reconocida por el Patriarcado de Constantinopla.
La ley, en cambio, fue defendida por el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, según el cual "el Estado está obligado a reaccionar ante los portadores de la ideología del 'mundo ruso', como lo hacen todos los países europeos en contra de la difusión de la ideología del Estado Islámico y sus extremistas religiosos".
Y el propio Presidente Zelensky, hablando por teléfono el miércoles 21 de agosto con el Patriarca de Constantinopla Bartolomé, subrayó "la importancia de la nueva ley sobre la independencia espiritual, apoyada por el Consejo Ucraniano de Iglesias y Organizaciones Religiosas, subrayando que una nación independiente debe ser también espiritualmente independiente".
Las palabras del Papa hoy, por tanto, no serán apreciadas en Kiev y se corre el riesgo de que se abra un nuevo frente de conflicto con Ucrania.
Sin embargo, el intento de Francisco es claramente también un intento de acercarse a Moscú y al Patriarcado ortodoxo, en esa perspectiva de "equicercanía" tan querida por la diplomacia de Bergoglio como herramienta para abrir siempre nuevas vías de diálogo.
Hoy el Pontífice, además de la solidaridad con los afectados por la viruela símica y la petición de que se les garantice una "atención adecuada", y además del aliento al pueblo de Nicaragua, con referencia implícita a la represión de la Iglesia local por parte del régimen de Daniel Ortega, también hizo un nuevo llamado a la paz.
"Seguimos rezando por el fin de las guerras, en Palestina, en Israel, en Myanmar y en todas las demás regiones. ¡El pueblo pide la paz! Rogamos para que el Señor nos dé, a todos, la paz", exhortó el pontífice.
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