Añadiendo algunas palabras improvisadas a su discurso, el Pontífice subrayó: "Oremos también por estos criminales que gastan dinero y dan drogas a los jóvenes: son criminales, son asesinos. Oremos por su conversión".
En su discurso, Francisco destacó que "después de haber conocido muchas historias trágicas de drogadictos y sus familias, estoy convencido de que es moralmente necesario poner fin a la producción y al tráfico de estas sustancias peligrosas".
"¡Cuántos traficantes de muerte hay, porque los narcotraficantes son traficantes de muerte, impulsados ;;por la lógica del poder y del dinero a cualquier precio! Esta plaga, que produce violencia y siembra sufrimiento y muerte, exige de toda la sociedad un acto de coraje", afirmó Francisco.
Según el Pontífice, "una reducción de la drogodependencia no se logra liberalizando su consumo -esto es una fantasía- como se ha propuesto, o ya se ha aplicado, en algunos países: se liberaliza y se consume más".
Al recordar lo que dijo san Juan Pablo II sobre el tema, Francisco observó también que "cada drogadicto trae consigo una historia personal diferente, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en la medida de lo posible, curada y purificada. [.. . ] Siguen teniendo, más que nunca, una dignidad, como personas que son hijos de Dios'.
Pero "no podemos ignorar las malas intenciones y acciones de los narcotraficantes y traficantes: son asesinos", enfatizó.
El Papa Benedicto XVI, recordó además Francisco, "usó palabras severas durante una visita a una comunidad terapéutica: 'Digo a los narcotraficantes que reflexionen sobre el daño que están haciendo a una multitud de jóvenes y adultos de todos los estratos sociales. La dignidad humana no puede ser pisoteada de esta manera. Y las drogas pisotean la dignidad humana".
Según el Papa Francisco, "la producción y el tráfico de drogas también tienen un impacto destructivo en nuestra casa común. Esto se ha vuelto cada vez más evidente, por ejemplo, en la cuenca del Amazonas".
Además, "otra vía prioritaria para combatir el abuso y el tráfico de drogas es la prevención, que se hace promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida personal y comunitaria, acompañando a quienes están en dificultades y dando esperanza para el futuro".
"Ante la trágica situación de toxicomanía de millones de personas en todo el mundo, ante el escándalo de la producción y el tráfico ilícito de estas drogas, "no podemos permanecer indiferentes", advirtió finalmente el Papa: "también nosotros estamos llamados a actuar, a detenernos ante situaciones de fragilidad y dolor, saber escuchar el grito de la soledad y de la angustia, inclinarnos para levantar y resucitar a quienes caen en la esclavitud de las drogas".
"En esta Jornada Mundial contra las Drogas, como cristianos y comunidades eclesiales, rezamos por esta intención y renovamos nuestro compromiso", concluyó Francisco.
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