Miles de casos, probablemente más de 9000 desde 1946, fueron documentados o al menos formulados como hipótesis mediante investigaciones independientes que la propia Iglesia, heredera de Lutero y Calvino, encargó sin dar a los investigadores pleno acceso a los documentos.
El primer estudio sobre la violencia sexual perpetrada en esta Iglesia, presentado en Hannover, encontró al menos 2.225 víctimas y 1.259 agresores. Pero estas cifras -explicó un coautor de la investigación, Martin Wazlawik- podrían representar "la punta del iceberg", con estimaciones que dejan espacio para un fenómeno mucho más extendido, hasta más de 9.300 casos.
Cifras aparte, el velo de silencio que hasta ahora parecía distinguir a la Iglesia protestante de la Iglesia católica en Alemania (y contrastarla como en los tiempos de la Reforma) en materia de abuso infantil cayó.
Un estudio sobre los perpetrados en la Iglesia católica, publicado en 2018 a partir del análisis de casi 40.000 expedientes personales entre 1945 y 2014, acusó a 1.670 sacerdotes y diáconos, hablando de 3.677 niños y adolescentes que fueron víctimas de abusos. Y admitiendo también la existencia de una notable zona sombría.
Las dos Iglesias comparten, con predominio de aquella de Roma, la Alemania cristiana, en la que hay 21,6 millones de católicos y aproximadamente 19,2 millones de protestantes.
Lo que los divide es, entre otras cosas, el celibato eclesiástico y el sacerdocio femenino de la Iglesia evangélica.
Al explicar la amplitud de la zona sombría revelada por la indagación, los investigadores se quejaron de haber tenido acceso principalmente a documentos "disciplinarios" y no también a expedientes "personales", proporcionados únicamente por una de las 20 estructuras regionales que componen el Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD).
Hasta ahora, los esfuerzos del EKD para sacar a la luz los abusos fueron menos determinantes que los de la Iglesia católica, afirmó Harald Dressing, otro coautor del estudio encargado en 2020 a una asociación de investigación independiente bajo la dirección de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes Hannover.
La publicación del informe se produce después de que la entonces presidenta del EKD, Annette Kurschus, dimitiera en noviembre tras acusaciones de haber encubierto un caso de acoso sexual.
La actual presidenta del EKD, Kirsten Fehrs, pidió disculpas a las víctimas, afirmando que "no pueden permanecer desconectadas" de "un compromiso" de iniciar con "determinación nuevas y efectivas medidas de cambio" (se anunció un "plan de acción" para noviembre ).
El estudio demuestra un "enorme fracaso" hacia las víctimas, afirmó más tarde Fehrs: "No las protegimos en el momento del crimen y no las tratamos con dignidad cuando encontraron el coraje para denunciar", admitió.
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