(ANSA) CIUDAD DEL VATICANO - "Reafirmando el derecho inalienable a la legítima defensa y la responsabilidad de proteger a aquellos cuya existencia está amenazada, debemos admitir que la guerra es siempre una derrota de la humanidad".
Así reafirmó el Papa en el mensaje enviado a los participantes del VI Foro por la Paz de París.
"Ninguna guerra vale las lágrimas de una madre que ve a su hijo mutilado o muerto", denuncia Francisco.
"Ninguna guerra vale la pérdida de la vida de una sola persona humana, que es un ser sagrado, creado a imagen y semejanza del Creador; ninguna guerra vale el envenenamiento de nuestra casa común; ninguna guerra vale la desesperación de quienes se ven obligados a abandonar su patria y se ven privados, de un momento a otro, de sus hogares y de todos los lazos familiares, de amistad, sociales y culturales que han construido, a veces durante generaciones".
"La paz no se construye con las armas, sino mediante la escucha paciente, el diálogo y la cooperación, que siguen siendo los únicos medios dignos de la persona humana para resolver los conflictos", recuerda el mensaje del Pontífice.
Francisco pide "silenciar las armas, instrumentos de muerte y destrucción" y "recorrer con valentía el camino de un desarme progresivo, pero integral, para que se oigan alto y fuerte las razones de la paz".
El mensaje, firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, expresa el deseo papal de "contribuir a la construcción de un mundo más justo, solidario y pacífico".
"Este año, afirma el documento, leído en la apertura del Foro por monseñor Celestino Migliore, nuncio apostólico en Francia, "el Foro se celebra en un contexto mundial extremadamente doloroso, mientras asistimos impotentes a la multiplicación de los conflictos armados, con el sufrimiento, la injusticia y los daños -a veces irreversibles- que conllevan para nuestra casa común".
Francisco desea que el Foro "sea un signo de esperanza" y espera que "los compromisos que aquí se asuman estén orientados a favorecer un diálogo sincero basado en la escucha de los gritos de cuantos sufren a causa del terrorismo, de la violencia ciega generalizada y de la guerra, plagas todas ellas que benefician solo a algunos grupos alimentando intereses particulares, desgraciadamente a menudo disfrazados de nobles intenciones".
"La construcción de la paz es un trabajo lento y paciente, que exige el coraje y el compromiso concreto de todas las personas de buena voluntad que se preocupan por el presente y el futuro de la humanidad y del planeta", reitera el Pontífice.
Para Jorge Bergoglio, "la paz duradera se conquista día a día, mediante el reconocimiento, el respeto y la promoción de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales, entre los cuales la Santa Sede reconoce particularmente el derecho humano a la paz, que es condición para el ejercicio de todos los demás derechos humanos".
En el año en que se conmemora el 75 aniversario de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, denuncia el Papa, "para millones de personas en todos los continentes queda por colmar, y de modo a veces muy apremiante, la persistente distancia entre los solemnes compromisos asumidos el 10 de diciembre de 1948 y la realidad".
"¿Cuántas personas -se pregunta-, incluidos los niños, se ven privadas del derecho fundamental y primario a la vida y a la integridad física y mental a causa de la hostilidad entre diferentes grupos o diferentes países? ¿Cuántas personas se ven privadas, a causa de los conflictos, de los derechos más elementales, como el derecho al agua potable y a una alimentación sana, pero también el derecho a la libertad religiosa, a la salud, a una vivienda decente, a un trabajo digno? ¿Cuántos niños se ven obligados a participar directa o indirectamente en las guerras, cargando con las cicatrices físicas, psicológicas y espirituales para el resto de sus vidas?".
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