"Pienso en quienes son víctimas de las atrocidades de la guerra; en el sufrimiento de los migrantes, en el dolor oculto de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza; en quienes están aplastados por las cargas de la vida; en quienes ya no tienen lágrimas, no tienen voz. Y pienso en cuántas veces, detrás de hermosas palabras y promesas persuasivas, se favorecen formas de explotación o no se hace nada para impedirlas", dijo el Papa en la misa en la plaza San Pedro.
"Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad", concluyó Francisco.
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