Al contarle la situación, "peor de lo que se ve en las imágenes", el periodista dijo al Papa que entre los afectados por los terroristas se encontraban varios argentinos. "Lo sé, lo sé", respondió el Papa.
Y agregó: "Creo que definitivamente algunos amigos míos están allí".
Francisco podría estar refiriéndose, aunque no lo diga expresamente en la llamada telefónica relanzada en las redes sociales, en particular, a un viejo amigo suyo argentino que vivía en un kibutz justo en la frontera con Gaza.
El diario La Nación escribe que, hasta el momento, hay 8 muertos y 19 desaparecidos entre los argentinos.
Francisco, en la llamada telefónica, aseguró su cercanía y dijo que quería reunirse con las familias de los rehenes, tal como lo solicitaron las familias argentinas a través de Cymerman. Finalmente, con voz apenada, comentó: "Es como haber retrocedido cincuenta años".
El Papa, que también llama casi a diario a la parroquia católica de Gaza para informarse de la situación en la Franja, renovó su llamamiento en el Ángelus tanto por los rehenes israelíes en poder de Hamás como por los civiles de Gaza cautivos por el asedio sin salida.
"Renuevo el llamamiento para la liberación de los rehenes y pido encarecidamente que los niños, los enfermos, los ancianos, las mujeres y todos los civiles no sean víctimas del conflicto.
Hay que respetar el derecho humanitario, sobre todo en Gaza, donde es urgente y necesario garantizar corredores humanitarios y ayudar a toda la población".
Luego el Pontífice pidió a todas las partes que pararan: "Muchos ya han muerto, por favor no derramen más sangre inocente ni en Tierra Santa ni en Ucrania, ni en ningún otro lugar.
¡Basta! - dijo con voz sentida - Las guerras siempre soy una derrota, siempre." Finalmente, volvió a lanzar la invitación de la Iglesia de Tierra Santa a todos los creyentes a que el martes 17 de octubre sea un día de oración y ayuno por la paz.
"La oración - subrayó el Papa - es la fuerza dulce y santa para oponerse a la fuerza diabólica del odio, del terrorismo y de la guerra".
El Pontífice mira con preocupación lo que sucede en Tierra Santa, pero no olvida los otros teatros de conflicto que componen "la tercera guerra mundial fragmentada", como él siempre la define.
En el Ángelus pidió no olvidar "la Ucrania atormentada" y hizo un llamamiento por Nagorno-Karabackh, la región donde, en una guerra relámpago, los armenios se vieron obligados a huir ante la ofensiva azerbaiyana.
"Mi preocupación no ha disminuido - concluyó el Papa - por la crisis en Nagorno-Karabackh. Además de la situación humanitaria de las personas desplazadas, que es grave, quisiera hacer también un llamamiento particular a favor de la protección de los monasterios y lugares de culto de la región, espero que, partiendo de las autoridades y de todos los habitantes, puedan ser respetados y protegidos como parte de la cultura local, expresión de fe y signo de hermandad que nos permita vivir juntos en las diferencias".
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