"Vuestra farmacia no se diferencia de las demás sólo porque está dedicada al servicio directo del Sucesor de Pedro y de la Curia romana, sino también porque está llamada a un 'suplemento caritativo', realizando un servicio que, además de la venta de medicamentos, debe destacarse por la atención a las personas más frágiles y por el cuidado de los enfermos", afirmó el pontífice.
"Es un compromiso dirigido no sólo a los empleados vaticanos y a los residentes en la Ciudad del Vaticano, sino también a quienes necesitan medicamentos específicos, a menudo difíciles de encontrar en otros lugares - subrayó -. Me gustaría darles las gracias por esto: gracias a los Fatebenefratelli, a los colaboradores laicos, a los farmacéuticos y empleados, a quienes trabajan en los almacenes y a todos los que colaboran en esta labor".
"Gracias por su profesionalidad y dedicación, pero también por el espíritu de acogida y disponibilidad con el que llevan a cabo su tarea, que a veces requiere esfuerzo y - como ha ocurrido especialmente durante la pandemia - voluntad de sacrificio", reiteró el Pontífice.
"No es fácil para ustedes, y no es fácil para los farmacéuticos en general, en quienes estoy pensando en este momento y a quienes quisiera dedicar un pensamiento - prosiguió -. A ellos acude mucha gente, especialmente personas mayores, que muchas veces, en el ritmo frenético de hoy, necesitan, además de medicinas, atención, una sonrisa; necesitan un oído, una palabra de consuelo. No olviden esto: el apostolado de los oídos. Escuchar, escuchar... A veces parece aburrido, pero para quien habla es una caricia de Dios a través de ustedes".
"Y los farmacéuticos - prosiguió Francesco - son esa mano cercana y extendida que no sólo pasa medicamentos, sino que transmite coraje y cercanía. ¡Gracias a ustedes y a todos los farmacéuticos por esto! El suyo no es un trabajo, es una misión.
Gracias".
Luego, los alentó a seguir adelante con su labor.
"Queridas hermanas y hermanos, sigan adelante: ustedes, comunidad de Fatebenefratelli, farmacéuticos, colaboradores y empleados, con generosidad, porque cada día pueden hacer mucho bien, tanto para hacer que el servicio de Farmacia Vaticana sea cada vez más eficiente y moderno, tanto para demostrar esa atención atenta y esa acogida atenta que son testimonio del Evangelio para quienes entran en contacto con vosotros", exhortó.
"Tengan mucha paciencia, recordando que la paciencia es la prueba de fuego del amor - agregó -. Y, por último, un pequeño consejo espiritual: levanten de vez en cuando los ojos hacia el Crucifijo, volviendo la mirada hacia el Dios herido... El servicio que hacen a los enfermos es un servicio hecho a Él".
"Y es hermoso obtener del Doctor celestial la paciencia y la benevolencia, y la fuerza para amar, sin cansarse. En su escuela, desde la silla de la cruz hasta el mostrador de la farmacia, sean también dispensadores de misericordia cada día", concluyó Francisco.
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