A pesar de la polémica sobre el laicismo, el presidente francés, Emmanuel Macron, participará en la gran misa del papa Francisco prevista para el 23 de septiembre en Marsella, con motivo de la esperada misión del pontífice al puerto francés, enteramente dedicada a la situación de los inmigrantes.
El miércoles, la posible presencia del presidente francés en la función papal prevista en el Estadio Velódromo, con capacidad para 60.000 personas - "un acontecimiento popular y festivo", como lo llaman en el Eliseo-, provocó protestas de varios parlamentarios del partido La Francia Insumisa (izquierda).
La izquierda alternativa de Jean Luc Mélenchon acusó al jefe de Estado de "pisotear" el principio de laicismo y de neutralidad religiosa de la República, dichos rechazados rotundamente por el Elíseo.
"La República no subvenciona ningún culto, pero esto no significa que no mantenga relaciones con las religiones", subrayan fuentes cercanas al presidente.
Agregaron que Macron - acompañado de su esposa Brigitte - participará en la misa en Marsella "no como un creyente" sino "como jefe de Estado".
"La República siempre ha estado en relación con todos los cultos", señalan en París, recordando, entre otras cosas, que el presidente más joven de la historia de Francia ya fue varias veces a la sinagoga y participó en el final del Ayuno musulmán durante el Ramadán.
Con motivo de la visita del Pontífice al gran puerto francés que domina el Mediterráneo, Macron participará en la misa en el Estadio Velódromo, "pero no en la Eucaristía", precisan las fuentes, explicando que "son dos cosas diferentes".
Sin embargo, la presencia de un presidente en una función papal es la primera desde 1980, cuando el exmandatario Valéry Giscard d'Estaing asistió a una función para Juan Pablo II en el cementerio de Notre-Dame de París.
Se espera que Francisco visite Marsella los días 22 y 23 de septiembre para participar en la conclusión de la tercera edición de los "Encuentros para el Mediterráneo", después de los de Bari y Florencia de los últimos años. La cita comienza ya este sábado con obispos y jóvenes de todo el Mare Nostrum para reflexionar juntos sobre un futuro mejor para nuestro espacio común empañado por el drama migratorio.
"La situación de los inmigrantes, tanto en los países de acogida como en los de origen, el rescate de personas en el mar, el desafío climático, la gran pobreza, la pluralidad religiosa, son desafíos comunes a las sociedades mediterráneas", afirmó ante la prensa Amaury Guillem, responsable de comunicación de los llamados "Rencontres Mediterranéennes".
El Pontífice será recibido el 22 de septiembre por la primera ministra, Elisabeth Borne. La reunión con Macron está prevista para el día siguiente. También está prevista una conversación bilateral en el Palais du Pharo centrada en importantes cuestiones internacionales como Ucrania, el Sahel y la difícil situación de los inmigrantes.
Respondiendo a una pregunta sobre el aumento de los desembarcos en Lampedusa, las fuentes del Elíseo evocaron hoy la "convergencia" de opiniones entre Francisco y Macron sobre la necesidad de "un enfoque europeo", así como de un refuerzo de las relaciones con los países de salida, tras los recientes acuerdos con Túnez.
"El Papa no viene aquí para que lo miren, sino para que podamos mirar con él el Mediterráneo", declara el cardenal y arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline.
El encuentro del 23 de septiembre será el cuarto de Macron con el Papa desde su llegada al Elíseo en 2017.
Bautizado a los 12 años en la fe católica, Macron se presenta como un "agnóstico sensible a la trascendencia".
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