En poco menos de media hora, el Santo Padre quiso responder a numerosas preguntas, desde las de dos jóvenes presos hasta la de una profesora de religión, invitándolos a seguir siempre el "horizonte" de Dios y, antes de cerrar, acogió la idea, revivida por un niño de 9 años, de organizar una Jornada Mundial de la Infancia, como ocurre hoy con los jóvenes. "Eso sería lindo, ¡me encanta! Y podemos hacer que los abuelos la organicen", dice con entusiasmo.
Ante el relato de Jonás, un joven discapacitado y transgénero, de su vida "de culpable" porque fue acusado de "desertor de Cristo", Francisco explica que "el Señor no tiene asco de ninguno de nosotros".
"Aunque fuéramos pecadores -dice-, se acerca a ayudarnos. Al Señor no le disgustan nuestras realidades, nos ama tal como somos. Y este es el amor loco de Dios. Dios nos ama tal como somos, Dios siempre nos acaricia. Dios es padre, madre, hermano, todo para nosotros. Y comprender esto es difícil, pero nos ama tal como somos".
No es la primera vez que el Papa estigmatiza los prejuicios, como sucedió en junio del año pasado, cuando -durante la audiencia de los miércoles- se reunió con cuatro mujeres trans argentinas, una colombiana y Alessia Nobile de Bari.
Y precisamente a esta última mujer trans, autora del libro "El niño invisible" en el que relata su tránsito y su 'calvario', Bergoglio le envió una carta manuscrita en la que estigmatiza los prejuicios que -en palabras del Papa- "tanto daño hacen".
"A los ojos de Dios - dijo el Papa, tal como lo hizo hoy - todos somos hijos suyos, ¡y esto es lo que cuenta! Tenemos un Padre que nos ama, que está cerca con compasión y ternura. A todos, nadie excluido. Este es precisamente el estilo de Dios: cercanía, compasión, ternura".
Una semana antes de la JMJ, Francisco dedicó su tiempo a responder a las numerosas preguntas de los jóvenes, incluidos dos presos de la comunidad de Kayros, uno ruso y otro rumano, que cuentan su experiencia con la justicia.
"Seguimos con aciertos y errores -les dice-. Y muchas veces la sociedad es cruel porque un error nos califica para la vida: 'Este muchacho es bueno, estudia bien, ¡pero hizo eso!'. Ese dedo acusador nos destroza".
Francesco invita a los dos jóvenes a reaccionar y levantarse. "La vida -concluye- no se hunde por los errores. Si he caído, me levanto. Este es el camino de todos".
Luego, respondiendo a una reflexión de un joven argentino de la diócesis de Rafaela, Santa Fe, Bergoglio habló de su país, explicando que "el problema de la Argentina somos nosotros, que muchas veces nos falta la fuerza para seguir adelante, para ser constantes en ir adelante".
Al recordar la trayectoria de la selección albiceleste en el Mundial de Qatar, ganado en los penales a Francia, el Santo Padre subrayó que "creemos que la cosa se acabó porque nos cansamos del camino y nos quedamos a mitad de camino. Adelante, adelante, siempre mirando al final".
El mismo consejo dado a un jugador y creador de contenido de 20 años, que hace mucho abandonó la universidad para pasar la mayor parte de su tiempo en casa jugando videojuegos.
"Terminarás aburriéndote de ti mismo, con el tiempo -dice Francisco-. Tu vida es sin poesía, ¿sabes? Mira el horizonte y sigue adelante".
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