Es lo que trascendió en los círculos diplomáticos estadounidenses en el último de los tres días de visita del arzobispo de Bolonia en la capital estadounidense, donde el martes se reunió con el presidente Joe Biden durante casi dos horas en el Despacho Oval, tras un paso por el Congreso con un delegación de parlamentarios estadounidenses.
El Vaticano, que criticó el reciente suministro estadounidense de bombas de racimo a Kiev, mantuvo una estricta reserva.
Por la noche, tras el encuentro presencial (totalmente cerrado a la prensa), la Casa Blanca emitió un escueto comunicado en el que destacó el "deseo" del segundo presidente católico estadounidense de que el Pontífice -con quien tiene excelentes relaciones- "continúe su liderazgo mundial".
También celebró el "reciente nombramiento de un arzobispo estadounidense como cardenal".
Los dos, continúa la declaración, "también debatieron los esfuerzos de la Santa Sede para brindar ayuda humanitaria para abordar el sufrimiento generalizado causado por la continua agresión rusa en Ucrania, así como el compromiso del Vaticano con el regreso de los niños ucranianos deportados por la fuerza" en Rusia, estimado en unos 19.000.
Antes del encuentro, solo el nuncio apostólico en Washington, Christophe Pierre, había explicado que "el propósito de la misión es dialogar, escuchar y ser escuchado: el objetivo general es contribuir a la paz, el particular, es la asistencia humanitaria, en especial para los niños".
Biden, subrayó, "siempre prestó mucha atención al Santo Padre".
Se trata de objetivos ya declarados desde el inicio de la misión, aunque por el momento el foco parece estar enteramente en la dimensión humanitario, tras el cierre de Kiev a la mediación de paz por parte del Vaticano (en todo caso sujeta a la retirada rusa) y la frialdad del Kremlin, donde Zuppi no fue recibido por el mandatario Vladimir Putin sino por su asesor diplomático, Iuri Ushakov.
Pero en los círculos diplomáticos estadounidenses no se descarta que la de Zuppi sea también una misión exploratoria más amplia, para sondear y entender lo que piensa cada una de las partes.
Para ello, faltaría China, que tiene una fuerte influencia en su aliado ruso y que no es ajena a los esfuerzos de paz.
El Vaticano entiende que abrir el frente humanitario puede ser un primer paso para abrir el diálogo sobre la paz.
"Monseñor (Luigi) Bettazzi, quien quería paz y justicia y estaba convencido de la no violencia, me habría recomendado hacer todo lo posible", escribió Zuppi en un mensaje por la reciente desaparición del último testigo del Concilio Vaticano II.
Bettazzi falleció el sábado pasado, a pocos meses de cumplir 100 años, y fue uno de los participantes más jóvenes en el Concilio Vaticano II, El cardenal, que también es presidente de la conferencia episcopal italiana, tiene fuertes lazos con la comunidad de Sant'Egidio, conocida por sus negociaciones de paz en muchos países, especialmente en África.
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