Poco más de tres meses después de la retirada de las autoridades chinas con la toma de posesión dispuesta unilateralmente a principios de abril, el Papa Francisco ha decidido aceptar el nombramiento como obispo de Shanghái de monseñor Joseph Shen Bin, de 53 años, ex obispo de Haimen.
Sin embargo, acompañó esta elección suya -sin duda como un compromiso y que lo expondrá a las críticas de quienes lo acusan de ser demasiado 'blando' y complaciente con Pekín- con una entrevista con los medios vaticanos del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, en la que explica que el gesto de abril fue una violación del "espíritu de diálogo" en el que se basa el acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos.
Ese acuerdo fue firmado por la Santa Sede y la República Popular China en 2018 y renovado por segunda vez en octubre pasado.
Según Parolin, al nombrar a Shen Bin obispo de Shanghái, "Francisco ha decidido remediar la irregularidad canónica, en vista del mayor bien de la diócesis y del fructífero ejercicio del ministerio pastoral del obispo".
Y el Vaticano pide ahora al obispo -quien también es presidente del "Colegio de obispos católicos chinos", no reconocido por Roma- que actúe junto con las autoridades chinas para "fomentar una solución justa y sabia a algunos otros problemas que han sido pendientes desde hace algún tiempo en la diócesis, como - por ejemplo - la posición de los dos obispos auxiliares, monseñor Taddeo Ma Daqin, aún impedido, y monseñor Giuseppe Xing Wenzhi, jubilado".
AsiaNews recuerda que Taddeo Ma Daquin es el prelado que ha estado confinado de facto en el seminario de Sheshan desde 2012 después de negarse públicamente a ser miembro de la Asociación Patriótica, el organismo a través del cual el Partido Comunista Chino controla la Iglesia oficial. A su vez, Giuseppe Xing Wenzhi es otro auxiliar de Shanghai, designado con acuerdo de la Santa Sede, y hecho desaparecer el año anterior por causas que nunca han sido esclarecidas.
Parolin no deja de señalar las dificultades en la implementación del Acuerdo, incluida la instalación unilateral en noviembre pasado de monseñor Giovanni Peng Weizhao, obispo de Yujiang, como auxiliar de la diócesis de Jiangxi, no reconocida por el Vaticano, y de los pasos que Roma considera indispensables para que continúe el diálogo.
Desde el 8 de septiembre de 2021 no se han producido nombramientos consensuados, a pesar de que un tercio de las diócesis chinas carecen de obispos. Parolin recordó que el acuerdo "gira en torno al principio fundamental de la consensualidad de las decisiones relativas a los obispos", punto que la Santa Sede "trata de aclarar, en un diálogo abierto y en un enfrentamiento respetuoso con la parte china".
"Es fundamental -adviertió- que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se realicen por consenso, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las partes". Debemos "prevenir juntos situaciones disonantes que generen desacuerdos y malentendidos". también dentro de las comunidades católicas" y "la buena aplicación del Acuerdo es uno de los medios para hacerlo, junto con el diálogo sincero", insiste Parolin.
Además de la necesidad de "reconocer lo antes posible una Conferencia Episcopal dotada de Estatutos adecuados a su naturaleza eclesial y misión pastoral", y la de "comunicación regular de los obispos chinos con el obispo de Roma", Parolin subraya que "los católicos, incluso los definidos como 'clandestinos', merecen confianza, porque quieren sinceramente ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y en su fe". Y pide a las autoridades chinas que "superen la desconfianza hacia el catolicismo, que no es una religión que pueda considerarse ajena -mucho menos opuesta- a la cultura china".
También dice ser consciente de los "obstáculos" que "socavan la confianza y roban las energías positivas", pero reitera que "el diálogo entre el Vaticano y las partes chinas sigue abierto" y que "es un camino de alguna manera obligatorio". ".
Para hacerlo más fluido, Parolin pide "la apertura de una oficina de enlace estable de la Santa Sede en China", que favorecería "no sólo el diálogo con las autoridades civiles, sino que contribuiría a la plena reconciliación dentro de la Iglesia china y sus camino hacia una normalidad deseable.
"Hemos firmado un acuerdo que se puede calificar de histórico -concluye el secretario de Estado- que, sin embargo, debe ser aplicado en su totalidad y de la forma más correcta posible. Hoy necesitamos la buena voluntad, el consenso y la colaboración que nos permitieron entrar en este pacto con visión de futuro. La Santa Sede está decidida a poner de su parte para que el camino continúe".
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA