"Y hay tanta necesidad de esto también hoy: cuidar las
vocaciones.
Y les pido, por favor: cuidar las vocaciones:
sembrarlas, prepararlas, hacerlas crecer, acompañarlas".
Lo expresó el Pontífice al recibir en audiencia esta mañana
en el Vaticano a los participantes en la peregrinación de la
Familia Vocacionista, un año después de la canonización del
fundador, San Giustino Maria Russolillo, apóstol de las
vocaciones.
El Pontífice indicó en particular "tres caminos: oración,
anuncio, misión".
"La oración es la raíz de todas nuestras actividades y de
todo apostolado -subrayó-. El primado no es de nuestras obras,
de nuestras estructuras y de nuestras organizaciones, sino de la
oración. Tiene el primado. Y por eso la primera pregunta es:
¿Oro por las vocaciones? Porque cuando entramos en el espíritu
de contemplación y adoración, el Señor nos transforma y podemos
ser un reflejo del amor del Padre para los que encontramos en el
camino, ser personas nuevas, luminosas, acogedoras y alegres".
Según Francisco, "cuando llegamos a ser así, ofrecemos el
primer servicio a las vocaciones, porque aquellos con los que
nos encontramos, especialmente los jóvenes, se sienten atraídos
por nuestra forma de ser y por la opción de vida que hemos
hecho: pueden ver la luz de Dios reflejada en nuestros rostros,
su ternura y su amor en nuestros gestos, su alegría en el
corazón de los que se han entregado y entregado enteramente a
él".
"Las vocaciones, especialmente las de especial consagración,
nacen muchas veces así -añadió-, en contacto con algún sacerdote
o algún religioso que manifiesta una hermosa humanidad, una paz
en el corazón, una alegría invencible, un rasgo amoroso y
acogedor. Es la oración que nos hace así. ¡No la descuidemos!
Orar por las vocaciones, intensamente", exhortó.
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