Así lo afirmó el Pontífice en su llamada hecha en la Plaza de San Pedro, en su enésimo llamado sobre Ucrania, en las decenas de Angelus y audiencias generales en estos 15 meses desde la invasión rusa, es verdaderamente sentida.
Y llega al día siguiente de la confirmación de su decisión de enviar una misión "que ayude a aliviar las tensiones" entre las partes y "pueda abrir caminos para la paz", nombrando como su emisario al arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal de Italia (CEI), el cardenal Matteo M Zuppi.
En el silencio y en la máxima confidencialidad, aunque el primer anuncio lo hizo el propio Papa el pasado 30 de abril durante el vuelo de regreso de Budapest, tanto en el Vaticano como en Bolonia se trabaja en la preparación de la misión, aunque Zuppi por la emergencia de las inundaciones en Emilia-Romaña, así como por la asamblea general de la CEI, que se inaugurará mañana por la tarde con el encuentro a puerta cerrada de Francisco con todos los obispos italianos.
Por otra parte, tanto los tiempos como las modalidades del intento de paz, como precisó el sábado el portavoz de la Santa Sede Matteo Bruni, "están actualmente en estudio".
Es difícil, por lo tanto, aventurar cualquier hipótesis sobre si Zuppi irá a Kiev o Moscú, quiénes serán los interlocutores directos y los mensajes a transmitir, qué tipo de iniciativas y propuestas se pondrán en marcha, qué canales explorar y recorrer. Un trabajo minucioso, de una dificultad que haría temblar las venas y los pulsos de cualquiera, lo que le espera a Zuppi, aunque si al "Don Matteo" fortalecido por su militancia en la Comunidad de Sant'Egidio no le falta experiencia precisamente en la intermediación entre partes en conflicto y en los procesos de paz. Piénsese en el proceso de negociación, que duró un año y unos meses en la sede de la Comunidad de Trastevere, con el fundador Andrea Riccardi como protagonista junto a Zuppi, que el 4 de octubre de 1992 desembocó en la firma del Acuerdo General de Paz para Mozambique, poniendo el fin de 17 años de guerra civil. O la participación del propio Zuppi en el proceso de paz entre el Gobierno de Madrid y los separatistas vascos de ETA, incluida la ceremonia en Bayona, el 7 de abril de 2017, en la que ETA se despidió de las armas y entregó su arsenal.
Exitos no desdeñables en el bagaje del cardenal de Bolonia, aunque el camino hacia la paz entre Rusia y Ucrania se presenta sumamente plagado de dificultades, y por decir lo menos todavía remoto. Y a falta de otros indicios -Zuppi dejó saber que "no dará entrevistas ni declaraciones hasta que se considere oportuno, de acuerdo con el Papa y la Santa Sede"-, nos arrodillamos sobre lo que ha dicho hasta ahora sobre la guerra en Ucrania para tener, aunque sea indirectamente, hipótesis del camino. Como cuando, el pasado 21 de febrero, en la Universidad Roma Tre, dijo a los periodistas: "Empieza a haber una conciencia de que hay que entablar un diálogo: dialogar no es olvidar responsabilidades, sino tratar de resolver no con las armas, no sólo con el rearme, la tragedia de la guerra. Y también para detenerla, también porque la guerra tiene su lógica geométrica de destrucción y si no se detiene sigue". "Estas intenciones, que parecen empujar todas hacia el diálogo -añadió- también me hacen pensar en lo que releí en una entrevista con Henry Kissinger, creo que tiene razón: dijo, ahora necesitamos iniciar al menos un diálogo exploratorio, de lo contrario hay energía nuclear".
Además, precisó Zuppi: "Es obvio que hay un agresor y un agredido y que sirve la paz como la justicia. Y si pensamos que hablar de paz, de un alto el fuego, significa cancelar las responsabilidades, no hay otro futuro que guerra. Debemos creer que la paz siempre es posible, difícil pero posible".
Mientras tanto, hoy en el Regina Caeli, el Papa también lanzó un llamamiento para Sudán, donde "un mes después del estallido de la violencia", la situación "sigue siendo grave".
"Al alentar los acuerdos parciales alcanzados hasta ahora -afirmó Francisco-, renuevo un sentido llamamiento a que depongan las armas, y pido a la comunidad internacional que no escatime esfuerzos para hacer prevalecer el diálogo y aliviar el sufrimiento de la población".
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