"Nadie puede jactarse de manejar los derechos sobre la vida de otro ser humano, especialmente si se encuentra indefenso y, por tanto, privado de toda posibilidad de defensa", añadió el Pontífice en su discurso ante los embajadores acreditados en la Santa Sede.
Y lanzó un llamamiento a quienes tienen "responsabilidades políticas, a trabajar para proteger los derechos de los más débiles y erradicar la cultura del descarte, que lamentablemente también afecta a los enfermos, discapacitados y ancianos".
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