La ceremonia reúne a decenas de autoridades políticas y religiosas, como el presidente de Italia, Sergio Mattarella, la primera ministra Giorgia Meloni y representantes de las Iglesias católicas orientales, el islam y el judaísmo.
Esta es solo la segunda vez en la historia que un Papa celebra el rito fúnebre de su predecesor. La otra fue en 1802, cuando Pío VII presidió los funerales religiosos de Pío VI, fallecido dos años y medio antes mientras vivía en el exilio como prisionero de Napoleón Bonaparte.
En medio de la multitud, los fieles enarbolaron las banderas de Alemania, país de origen de Joseph Ratzinger, y carteles con frases de agradecimiento a Benedicto XVI o pidiendo su canonización.
Los espectadores -algunos de ellos con ropa típica del estado alemán de Baviera- también dieron un largo aplauso cuando el féretro del Papa emérito entró en la plaza.
El funeral reunió a 130 cardenales, 300 obispos y 3.700 sacerdotes de todo el mundo, que han llegado al Vaticano en los últimos días.
En la primera fila, a la derecha del féretro (sobre el que se colocó un evangelio abierto), se ubicó el arzobispo Georg Ganswein, secretario privado de Benedicto XVI durante su pontificado y después de su renuncia, y las "memores", laicas consagradas que ayudaron en el cuidado a Ratzinger.
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