El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ya se encuentra en la capital francesa para una cena de trabajo con Emmanuel Macron.
Y recibe de Francia otros 2 mil millones en ayuda
militar, incluidos misiles Mistral, tanques AMX y municiones.
Kiev, sin embargo, juega con energía.
"No necesitamos una
simple presencia para demostrar que Europa figura", dijo Igor
Zhovkva, un alto negociador ucraniano, en vísperas de la cumbre.
"Lo que importa no es la cantidad (de tropas, ndr.)... sino
también su disposición a luchar, su disposición a defenderse, su
disposición a estar equipados y su disposición a comprender que
Ucrania es una parte inevitable de la seguridad europea",
subrayó.
En resumen, es necesaria valentía. "Rusia continúa, día tras
día, multiplicando sus bombardeos, mostrando su voluntad de
continuar la agresión", tronó Macron al saludar a Zelensky.
Luego anunció otros 2.000 millones de euros en ayuda militar.
La última vez, cuando el primer ministro británico, Keir
Starmer, los llamó por videoconferencia, se conectaron entre 25
y 30 líderes. Y más o menos se partirá de ahí.
Además de los jefes de Estado y de Gobierno, estarán el
presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y el secretario
general de la OTAN, Mark Rutte.
Todo acuerdo de paz debe prever que "Rusia debe rendir
cuentas de las acciones reprobables" cometidas durante tres años
de guerra, advirtió Starmer al saludar a los representantes de
una organización que se ocupa de los "secuestros de niños"
ucranianos atribuidos a Moscú, invitados a la Cámara de los
Comunes en ocasión del Question Time.
El primer ministro británico calificó entonces de
"monstruoso" el traslado de los niños y reiteró que Londres hará
todo lo posible para garantizar "su regreso a Ucrania". Es
decir, ratificando una de las principales peticiones de
Zelensky.
Rutte, hablando en Varsovia, elogió los esfuerzos de París y
Londres "para ayudar a Ucrania a mantener la paz".
"Pero para mantener la paz primero hay que lograrla", señaló
el secretario general, que luego agradeció a Trump por "romper
el estancamiento" con su iniciativa.
"Tengo confianza", remarcó. Kiev tal vez quizás menos
después de las semanas turbulentas que acaban de pasar.
El presidente ucraniano intenta comprender qué quieren -y
pueden- hacer realmente los voluntarios para ayudarle a alcanzar
esa paz "justa" que, de palabra, todos quieren pero que, en la
práctica, es difícil de alcanzar ya que Moscú no parece dar
marcha atrás en los objetivos mínimos fijados.
Es decir, preservar las conquistas territoriales, evitar la
entrada de Kiev en la OTAN (ni, mucho menos, formas de
protección) y, quizás, la salida de Zelensky de escena,
esperando así colocar una figura más cercana a ella en el
palacio presidencial.
El escenario a 4 niveles de interposición -la ONU para
vigilar la tregua, las Fuerzas Armadas ucranianas armadas hasta
los dientes para disuadir a Rusia, los voluntarios como primera
línea de garantía y finalmente la "salvaguarda" estadounidense-
podría ser una buena base, pero aún quedan muchas cuestiones por
resolver, en primer lugar si Vladimir Putin acepta algún día el
plan e, inmediatamente después, si Donald Trump está dispuesto a
imponerlo.
De hecho, París y Londres no parecen dispuestos a quitarle a
Europa la decantada autonomía estratégica. Rutte lo dijo
claramente. Este no es el momento de "hacerlo solo", ni para
Bruselas ni para Washington. También porque el escudo nuclear
estadounidense "no es sustituible", diga lo que diga Macron. Y
el que tenga oídos para entender, que entienda.
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